domingo, 28 de diciembre de 2014

TRADICIONALISMO PARTIDARIO

M - TRADICIONALISMO PARTIDARIO

¿
Batlle utiliza la divisa colorada o también cree en ella? No debe haber duda de la convicción con que abraza la divisa colorada.

Ser colorado es sinónimo de libertad: “No nos engañemos con palabras. En el país no existen hoy más que dos parti­dos efectivos: el blanco y el colorado. Representan uno, en la expresión mejor de sus anhelos, las ideas conservadoras de las multitudes: ha hablado siempre y en primer término de legalidad, y la palabra “orden” ha constituido su bandera. El otro da satisfacción en sus propósitos a los elemen­tos liberales del pueblo en su fecunda historia, que es la historia casi de la República, ha contado dentro de sus filas a los hombres de acción de nuestra democracia, y en nombre de la libertad, que ha sido constantemente su lema generoso, ha emprendido y realizado los actos más gloriosos que registran los anales de la patria”.[1]

Veamos la arenga pronunciada por Batlle y Ordóñez desde los balcones de El Día, a raíz de su desplazamiento de la presidencia del Senado: “...espontánea manifestación de simpatía renueva mis fuerzas, afirma mi confianza en el porvenir, y aviva el sentimiento de mis deseos y de mi responsabilidad.

Que así como Anteo, el héroe de la fábula griega, sentía al caer sobre el regazo de su madre  la Tierra, que sus fuerzas se centuplicaban y se ponía de pie con bríos invencibles, yo, al caer entre mis amigos en el seno de mi glorioso partido, del partido en cuyas tradiciones de libertad he formado mi pensamiento y mi corazón, me siento con nuevas fuerzas para luchar por los ideales de toda mi vida y tengo el presentimiento seguro de la victoria final.

El Partido Colorado es provocado a la lucha y debe aceptarla con entusiasmo, seguro de su poder y de que, así como ha vencido siempre en los campos de batalla, vencerá también alrededor de las urnas en las luchas legales.

La política de contemplación con el partido blanco ha terminado...
Batlle y Ordóñez en Minas durante la primera campaña 
colegialista. A la derecha el Ing. J. P. Fabini y junto a él 
el señor J Mª Sosa.

 ...la aspiración de la próxima lucha electoral debe ser el gobierno de partido. La consecuencia necesaria del triunfo de ese principio será la reconquista de los departamentos, la cesación de ese estado anormal que, de día en día, a pesar de las tolerancias y complacencia del Partido Colorado, ha ido agregándose y divide a la República en dos fracciones distintas, casi en dos países distintos, uno blanco y otro colorado”.[2]
Batlle trató de mover en sus fibras más íntimas a la ciudadanía en especial en 1919, al realizar una gira impor­tante por el interior. A continuación veremos algunos de sus discursos en dicha gira, que más bien parecen como un elemento aglutinador ante su tradicional adversario en circunstancias tan especiales como eran las de ese año: “Yo vengo aquí a pedir vuestro concurso para continuar reali­zando los ideales del Partido Colorado. Al ver que se me comprende y al advertir el entusiasmo con que se proclaman los principios que sostengo, siento que mis fuerzas se centuplican, y adquiero una confianza cada vez mayor en el éxito de la causa que estamos defendiendo. A la edad a que yo he llegado, ya no se tiene aspiraciones personales. Yo a nada aspiro más que a dedicar lo que aún me queda de vida sin ningún propósito interesado, al progreso y a la felici­dad de mi país. Ahora yo cuento con todos vosotros para la obra que es necesario realizar. Y tened la certidumbre de que al final de  la jornada, podéis decir que de mi parte he hecho cuanto ha sido posible, con la mayor sinceridad, con todo desprendimiento”.[3]

Batlle recorriendo el interior, recibido 
y aclamado en plena carretera.

En este mismo espíritu sigue Batlle su gira: “Entonces, en el rincón de la familia, ya aprendía a venerar las glorias de la Defensa, las glorias de Rivera y las glorias de los que cayeron en Quinteros. Yo aprendí entonces a sentir y a pensar como pensaron los héroes de aquellas épocas, los hombres abnegados, que luchaban por el bien, sin ajustar nunca su conducta a un interés inconfesable. Yo, pues, soy un colorado de tradición como vosotros, y además, estoy unido al porvenir, como vosotros, por la aspiración de realizar bienes mayores.

Entonces (1904) triunfamos, y entonces establecimos el orden y consagramos la libertad en nombre del Partido Colorado y realizamos proyectos tendientes a hacer efectiva la felicidad pública de los demás necesitados. Ahora con otras armas, con armas no cruentas, en épocas de paz, sin derramar una gota de sangre, vamos a continuar la tarea y vamos a continuarla con nueva fe. Hay muchas injusticias en el mundo, hay muchos desamparados, hay muchos infelices, hay mucho infortunio. La obra del Partido Colorado debe ser: disminuir esos infortunios y obtener la mayor suma que vamos a empeñarnos en realizar. Yo agradezco la confianza que se deposita en mí nuevamente, no para ocupar, como otras veces, un puesto público, sino para ser, entre voso­tros, un consejero por mi experiencia y un amigo por mi sinceridad”.[4]

En momentos de la elección sale a relucir todo el tradicionalismo colorado: “...Afirmaremos la razón de ser de nuestro Partido, en el porvenir, como lo fuera en el pasado. Siempre fue nuestro Partido el Partido de la Pa­tria, el Partido de las glorias más excelsas y de las aptitudes más brillantes para gestar el destino común. Y queremos ser dignos de nuestros viejos próceres. Queremos ser dignos de Rivera cuando ganaba el derecho de nuestra Independencia en las Misiones, con el amor heroico de la libertad y el dolor sangriento de las batallas, o cuando aleccionaba a la tiranía en Cagancha, con un látigo de trenza por única arma, porque no sabía matar, mientras los sicarios de Rosas degollaban a los heridos en las carretas de los hospitales ... Queremos ser dignos de los héroes de la Defensa, la lección más alta de energía moral, que labrara en el espíritu de su época, el deber de la coali­ción vencedora en Caseros. Queremos ser dignos de los que cayeron traicionados, con César Díaz y de los que salvaron, una vez más, la libertad de la República, con Venancio Flores”.[5]

Muchos de sus principales colaboradores también manten­drán viva esta tradición partidaria, es así que lo podemos apreciar en el discurso pronunciado por Feliciano Viera en el Teatro Urquiza ante la Convención Colorada.

Entusiasta como soy de los avanzados principios de libertad que sostiene el Partido Colorado, creyente de su bondad y de su fuerza, en él me apoyaré, y él me servirá de inconmovible sostén, para desarrollar su propio programa de gobierno.

Gobierno de partido dice el programa colorado. Gobierno de partido ha dicho y practicado con brillante éxito el más popular de nuestros gobernantes, y gobierno de partido os prometo, como el único medio, como la solución única para avanzar sólidamente hacia el  engrandecimiento de la Pa­tria. Gobierno de partido, que es el verdadero gobierno nacional, desde que él representa, no los intereses mengua­dos de círculos sin responsabilidad, y sí, el noble y supremo interés del partido gobernante en el programa y bienestar del país, siendo así que sobre él ha de pesar toda entera la responsabilidad gubernamental”.[6]

Por su parte Julio María Sosa establecía el 21 de noviembre de 1904: “Sea bienvenida la obra histórica de la reivindicación institucional. Hemos dejado ya entre la polvareda sangrienta del camino las subversiones de una época ingrata. Flamea ya en todas las costumbres del terru­ño la bandera roja, como símbolo purísima del triunfo de la legalidad y del derecho... No fue nuestro Partido el agre­sor en la contienda. Concurrió a la cita de honor de la pelea, como buen caballero que no rehúye su deber, con la ancha divisa roja, que es símbolo de libertad y sacrificio, para defender una vez más la  causa de las instituciones y de la República.

...y concurrimos a ella con la entrega de nuestros mejores días, con la resolución de nuestra fe patriótica, con la unidad irresistible de todas nuestros elementos, porque no circulan disidentes dentro del partido en la lucha con el advenimiento, y, como siempre, la divisa nacional de Rivera, de Pacheco y de Flores saludó victorio­sa el rol de nuestra patria madrugada y a las estrofas de fuego de Cagancha de la Defensa y de Coquimbo...

...La bandera roja flota sobre el frontispicio de la Casa de Gobierno y bajo sus pliegues, de hermosa significa­ción institucional, es que deben consagrarse solidariamente  todos los colorados, porque todos debemos empeñarnos en una obra de interés común y armónico; en la obra necesaria, ineludible, de evidenciar ante el país entero, en una forma insospechable, de una manera correcta y legalísima, que si hemos sido capaces de vencer por las armas a un adversario jactancioso y disciplinado, también somos igualmente capa­ces de vencerlo en el palenque honrado del sufragio libre”.[7]




[1] Los partidos. Nuevas formas. El Día. Setiembre, 2 de 1892.
[2] Los sucesos de ayer. El Día. Febrero, 15 de 1901.
[3] En Porongos el 4 de mayo de 1919.
[4] En San Carlos el 14 de junio de 1919. El Día. Junio, 16 de 1919.
[5] ¡Por el batllismo! El Día. Noviembre, 30 de 1919.
[6] Pozzo, Julio- Op. Cit. pág. 70.
[7] Conferencia Política, 21 de noviembre de 1904.

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