viernes, 29 de mayo de 2015

¿QUE ES EL BATLLISMO? III SOCIALISMO

C - SOCIALISMO
L
os sectores conservadores de la sociedad tenían buena razón para desconfiar del Batllismo radical y del Partido Socialista, ya que éstos son los que llevan adelante la iniciativa de un crecimiento tentacular del poder del Estado como medio de forjar soluciones en beneficio de  los más desamparados, por otra parte se suman las propuestas de la desaparición del latifundio y de los monopolios extra­njeros.

Pero más desconfiaban cuando los propios integrantes del batllismo  en más de una oportunidad lo definían a éste como "socialismo sin bandera" o "socialismo de Estado". El período de Batlle y Viera fue tildado por los blancos de "gobierno socialista-militarista".

El hecho de defender ambos grupos ideas en común no impidió realmente una identificación total entre ellos. Es así que la preocupación por la "cuestión obrera" del bat­llismo fue similar al programa mínimo de 1911; otro aspecto a resaltar fue el antilatifundismo, pero en el batllismo esto podría ser visto como la continuidad de la postura antipastoril de los doctores colorados del siglo pasado. Luchaban contra el mismo enemigo, el latifundio y el mono­polio de los extranjeros.
A partir de estos puntos en común no se puede estable­cer que hombres como Batlle, Domingo Arena o Mateo Magariño Veira sean socialistas o que Emilio Frugoni sea batllista. Claro que había elementos que los distanciaban: para los socialistas el motor de la historia estaba en la "lucha de clases", lo que el batllismo rechazaba rotundamente; además el batllismo se dirigió a todo el espectro de la sociedad, mientras que el socialismo tiene una vía  unilateral, el proletariado.

Pero entre ellos en más de una ocasión se fundían los intereses y se dejaba de lado la división partidaria. Así lo veía Emilio Frugoni, por ejemplo, al conmemorarse el décimo aniversario de la desaparición de Domingo Arena (1949) en el Ateneo: "Yo no traigo a este acto una emoción política. Traigo una emoción de amigo que nunca pudo ver en Domingo Arena un hombre de otras filas, sino más bien un miembro de una misma familia espiritual dispersa en diver­sos planos de la lucha, que al fin de cada jornada en que habían andado los componentes de una familia bregando por caminos distintos o cercanos, se reunían en torno de la misma mesa convivia ... a la hora de las pláticas y confi­dencias fraternales, en el seno apacible de la imperturba­ble amistad, para contarse sus críticas, sus sueños, sus afanes, sus andanzas, sus esperanzas y sus desengaños".[1]

1 - La propuesta socialista
En el programa socialista de 1911 se establecía:

-reforma laboral: prohibición de trabajar a los menores de 14 años;
-jornada de ocho horas;
-prohibición del trabajo nocturno;
-descanso semanal;
-responsabilidad paternal y garantía del Estado en accidentes de trabajo;
-pensiones a la vejez y la invalidez;
-reglamentación de la higiene de las fábricas;
-reglamentación del trabajo a domicilio;
-salario mínimo legal;
-reglamentación de la higiene del trabajo rural.
-educacionales: instrucción laica, obligatoria y gra­tuita para escolares;
-escuelas nocturnas para adultos;
-cursos universitarios nocturnos;
-reforma agraria: abolición de impuestos para la pro­ducción pecuaria;
-abolición contribución directa para pequeños propietarios;
-indemnización por mejoras a los arrendatarios;
-expropiación de tierras que rodean las ciudades para entregarlas a la agricultura;
-tierras fiscales para agricultura;
-inembargabilidad de los productos agrícolas;
-cambios jurídicos: igualdad civil para ambos sexos;
-igualdad civil para hijos legítimos e ilegítimos;
-investigación de la paternidad;
-régimen penitenciario por colonias penales.
-políticos: separación de la Iglesia y el Estado;
-referéndum;
-sufragio universal, incluso femenino;
-mandato imperativo;
-municipios autónomos;
-reforma tributaria: impuesto progresivo sobre el valor de la tierra;
-exoneración de contribución directa a casas de obreros;
-reforma militar: abolición de la justicia militar.

Estos fueron los puntos en común, dentro del programa, quedan algunos en los cuales hay ciertas diferencias: en 11 postulados se llega a un acuerdo parcial y solamente en cuatro se da el enfrentamiento preciso y definido.

A nivel parlamentario se dio la coincidencia entre ambos.

CUADRO Nº 20
COINCIDENCIAS PARLAMENTARIAS ENTRE
EL SOCIALISMO Y EL BATLLISMO

SOCIALISMO             BATLLISMO
     
1911
-vota el monopolio estatal de los seguros.

1912
-crear Consejos de Salarios a para fijar el mínimo aplicable a cada categoría de      trabajos sometidos a   su jurisdicción (abril).              
-apoya el proyecto laboral de las 8 horas.
-es sometida en 1916, partir de la aplicación de la ley de las 8  horas, donde algunos patrones rebajan el sala rio a los trabajadores.
1913
-un millón de pesos a  fin de construcción de  casas para los obreros (agosto). 
-establecía la prohibición    del trabajo a menores  de 14 años,  reducción de  la           jornada para menores de 16   y 19, dos meses de descanso para la mujer embaraza-    da que tuviera por  dar  a  luz con un subsidio de  70      pesos  entregados  por  el       Estado, creación de cantinas escolares para dar  el almuerzo a los  niños  que                       solicitaran, etc. (nov/dic).
-proyecto donde desgrava  el suelo y los baldíos con una  escala progresiva en Montevideo.                 


-Frugoni se declara georgista, defendía el impuesto único a la tierra, como lo más justo en lo social y económicamente vigorizante. El latifundio causante de  los males  del país.
-un proyecto similar  había presentado P.  Cosio en junio de 1911, siendo diputado.
-se aprueban las disposiciones generales  y  se agrega,  la  obligación para los establecimientos en que trabajan mujeres  o  empleadas  de disponer del número suficiente de sillas (Ley en 1918). Además en las fábricas se  establecía "alojamiento de los niños de pecho durante las horas de trabajo". No es aprobada en el Senado.


-en 1914 el proyecto   de contribución  inmobiliaria para Montevideo elaborado por Batlle  y  su Ministro de Hacienda, P.                                           Cosio, donde  se  recoge las ideas claves de Emilio Frugoni.
-el batllismo se  proclama georgista por  intermedio José Serrato (Ministro de Hacienda).

      
Una de las iniciativas en que coincidieron ambos parti­dos fue el proyecto presentado por Frugoni respecto a las mujeres y los niños: "Quedó por fin, terminada la discusión a que diera lugar el proyecto de ley sobre mujeres y niños.

La Comisión de Trabajo introdujo algunas modificaciones en el articulado que prohibía la venta callejera a los menores de 14 años.



Este artículo fue largamente debatido. Lo atacaron los diputados Etchevest, Martínez, Thedy y Aragón y Echart, defendiéndolo los diputados señores Salterain, Sosa, Areco y Frugoni".[2]

Emilio Frugoni
Ese mismo día parece el siguiente artículo "El ideal socialista": "Proteger a los humildes, disminuir las injus­ticias, procurar a los pobres alguna satisfacción intelec­tual y moral; hacer al hombre menos egoísta, elevarlo sobre su propio interés, induciéndole a cooperar en la conquista del bien para todos, esparcir en torno suyo sentimientos de humanidad y de fraternidad, suavizar en lo posible las desigualdades; hacer que la propiedad sea para todos: este es el ideal del verdadero socialista".[3]

No todo era armonía. Los socialistas entendían  "blan­da" la política financiera del batllismo, ya que no gravaba al privilegiado (latifundista, grandes capitales) para financiar los nuevos entes estatales como el Banco de Seguro, el Hipotecario, etc. Entendía que eran las clases populares quienes terminaban pagando el crecimento estatal por intermedio de impuestos indirectos.

En su programa mínimo proponían la reforma   tributaria,     -la cual debería de atacar el impuesto progresivo sobre el valor de la  tierra-; la abolición de los impuestos de consumo y de las gabelas municipales y la exoneración de la contribución directa para las casas de los obreros.

La propuesta de reforma agraria apuntaba a la limita­ción del número de hectáreas que puede tener cada propieta­rio y establecía la obligación por parte de los actuales dueños, dentro de un plazo determinado, de que las tierras no cultivadas cuyo valor excediera las necesidades del progreso social fueran repartidas.

Cada uno de ellos veía de diferente forma el relaciona­miento con el Estado. Los batllistas entendían prioritaria la industrialización del país y para ello aplicarán el pro­teccionismo. En cambio los socialistas por el costo de vida bajo, defienden la rebaja de los derechos aduaneros. Uno estaba en el gobierno y necesitaba lograr la alianza con los industriales, mientras que el socialismo fuera de la esfera de gobierno, no tenía necesidad de comprometerse con los industriales.

Otro punto de enfrentamiento fue la no aceptación por parte del batllismo de la huelga de los funcionarios públi­cos, lo que marcará una diferencia con el socialismo.

En contrapartida el Partido Socialista entendía como necesidad la etapa histórica que estaba llevando a cabo el batllismo. Dado el poco peso del Partido Socialista en el respaldo electoral, intentaba proyectarse en los "viejos partidos" ya que éstos dieron las concesiones al proleta­riado. Además veían en Batlle el hombre que podía llevar adelante tales planes tan atrevidos de reforma.



Antes de su viaje a Europa de 1907 Batlle mantuvo una conversación con el diputado socialista argentino Alfredo Palacios; establece Milton Vanger: "El señor Batlle le dijo al Dr. Palacios que no sabía si él era socialista, que su vida había sido de lucha, y ello no le había permitido estudiar profundamente la cuestión. Sin embargo, dijo el señor Batlle y Ordóñez, yo he sido, desde la cátedra, un enemigo del individualismo absoluto, y más de una vez he tratado de poner en práctica ideas socialistas que me parecen muy aceptables". [4]

El batllismo como partido buscó la conquista del elec­torado obrero, compitiendo, en teoría, con el Partido Socialista. Es así que Feliciano Viera establecía en 1913: "La evolución sufrida por el Partido Colorado ha hecho virtualmente innecesaria la existencia de otros grupos modernos en nuestro país. Es el caso del socialismo, por ejemplo. El Partido Colorado tenía la ventaja sobre el socialismo de que está en posición de llevar a cabo con eficacia práctica los principios humanitarios que son nada más que generosas pero platónicas utopías en este último. Creo que ésta, también, se debe a la influencia de Batlle".[5]

Por su parte el órgano de prensa El Socialista, esta­blecía: "Diez mil colorados, entre los cuales están todos los senadores batllistas, todos los diputados recién elegi­dos, todos los empleados públicos bien colocados, todos los caudillos de barrios y de clubes, acaban de darnos la prueba terminante, concreta, categórica, documentada y firmada, de que el Partido Colorado, pese a la orientación progresista de Batlle, es un partido puramente burgués.

La prueba inequívoca de cuanto decimos, la da el mani­fiesto que acaba de publicarse, ...en el que se proclama la candidatura del Dr. Feliciano Viera a la Presidencia de la República. Ahí, en ese documento memorable, se repiten una a una todas las afirmaciones formuladas por los enemi­gos de la clase obrera".[6]

A lo largo del proceso hubo diferentes trasiegos entre ambos grupos. Así el propio Emilio Frugoni lo establece: "Después de un pasaje muy fugaz por el batllismo, al que fui llevado por los Manini, por los Arenas y, sobre todo, por lo que había de avanzado en el batllismo, abracé las doctrinas del socialismo científico".[7] En la guerra del 04 Frugoni estuvo en filas del ejército gubernamental y defendió la ciudad de Salto del asedio de Aparicio Saravia.

Carlos Sábat Ercasty contaba: "...con Frugoni tuve una larga amistad desde que era estudiante. Era mayor que yo, me llevaba unos 7 años. Dio por algunos años unas brillan­tes clases de literatura que anunciaban ya al ordador que fue. Y aunque yo por origen y por familia era colorado -lo fui siempre- sentía una simpatía grande por el socialismo. Me pidió -de esto hace muchos años- que fuera su candidato a la presidencia, creo que estoy en las listas...

Los conocí (César y Lorenzo Batlle Pacheco) cuando éramos estudiantes y cuando estuve en "El Día", y también allá en la quinta de Piedras Blanca, cuando íbamos a jugar al fútbol. De manera que tuve oportunidad de conocer y tratar a Batlle y Ordóñez. Un día estábamos jugando y casi al final de un partido, aparece don Pepe caminado tranqui­lamente entre las plantas, entre los árboles; algún papel traía en las manos. Al caminar solía escribir, apuntar algo.

Nos vio terminar el partido jugando con gran entusias­mo, entonces fuimos a saludarlo. Recuerdo que nos dijo ese día: "veo que juegan muy bien, está bien que juegen con los pies y que realicen verdaderas proezas, pero el juego principal no lo olviden, es de la cabeza, hacer goles con la cabeza, con el pensamiento". Nos dio una palmada en el hombro y sonrió socarronamente".[8] Un caso contrario es el de Leoncio Lasso de la Vega. Fue muy común entre los inte­lectuales el trasiego, en algunos casos motivados por la búsqueda de una rápida carrera y en otros por desilusiona­dos que pasan a filas del socialismo.

Al dejar la presidencia Batlle se establecía: "Hoy termina la presidencia del señor Batlle y Ordóñez. Pocos gobernantes han sido tan discutidos, ninguno ha inspirado juicios tan apasionados y contradictorios...

Hay en todo esto una evidente exageración. No se debe negar que ha sido un gobierno moderno, animado de un irre­ductible afán de innovar. Ha dado a su gobierno una orien­tación progresista, que se ha señalado sobre todo en la legislación. Gracias a su impulso han prosperado reformas de carácter social y económico avanzadas...

La reforma de la  Constitución ha sido propiciada tam­bién por el señor Batlle, con intenciones progresistas...".[9]

2 - La situación de 1916
En 1916 nuevamente socialistas y batllistas estarán unidos, realizando una alianza objetiva. Los socialistas entendían que el enfrentamiento que se estaba dando era entre "conservadores" y "avanzados", por tanto su opción era apoyar a estos últimos.

La crítica se hizo sentir desde el órgano de prensa "El Socialista", ante la timidez de llevar adelante los princi­pios georgistas, u otras iniciativas del batllismo.



En el plano político el Partido Socialista impulsaba la sustitución del Presidente de la República por una comisión ejecutiva, elegida directamente por el pueblo, de siete miembros electos cada tres años y sometida al Parlamento, el cual podría revocar sus actos o votar su cese; la supre­sión del Senado; la separación de la Iglesia y el Estado, y la supresión de todas las prerrogativas del clero. La instalación del referéndum e iniciativa popular; la reali­zación de la elección proporcional por cociente, voto secreto, sufragio universal sin distinción de sexos.

En lo social se buscaba consolidar los derechos de la clase obrera, como el derecho de huelga; el seguro social por invalidez, ancianidad y desocupación; la indemnización por parte del patrón con garantía estatal a las víctimas de accidentes de trabajo, etc.

"Es necesario desconocer la obra legislativa del Parti­do Colorado para negar la excelencia de las leyes con que ha procurado, con una tenacidad que ha bastado a singulari­zar su acción en el gobierno, elevar el nivel social de las clases obreras y resolver con ecuanimidad y con previsión los eternos conflictos entre el capital y el trabajo...

Se dice que ningún partido tradicional puede atribuirse en nuestro país la representación de las clases trabajado­ras; pero es evidente que si alguna colectividad podría envanecerse de haber hecho en forma eficaz la defensa de los ideales del proletariado, sería la que ha incorporado a nuestros códigos disposiciones previsoras y humanas que reintegran al obrero en la plenitud de sus derechos preser­vándolo de los agotamientos del taller y dándole la posibi­lidad de una vida mejor. El Partido Colorado no se ha limitado a hacer doctrina, ni se ha preocupado de encandi­lar a las masas con los espejismos de una teoría más o menos atrayente: ha hecho algo más positivo: ha dado al país algunas leyes de protección del trabajo que constitu­yen acaso la más hermosa conquista de su legislación".[10]

3 - La visión de Batlle
Se trata de marcar las diferencias entre batllistas y socialistas, entre el voto útil y el voto sin repercusión. El propio Batlle realizará algunas puntualizaciones entre ser socialista y colorado; para firmar esos artículos recurrirá a los seudónimos de Flag y Néstor: "Colorado quiere decir ciudadano o habitante de la República que, recordando las tiranías que han entristecido a los pueblos del Río de la Plata, no quiere que el Partido Nacionalista se haga dueño del país, por temor de que se reproduzcan aquellas tiranías, y tampoco el Partido Católico que puede considerarse como hermano siamés del Partido Nacionalista. Y el Partido Colorado es el conjunto de estos habitantes de la República.

Ahora bien: ¿por qué un socialista que conozca nuestra historia y repudie las tradiciones sangrientas del Partido Nacionalista, no ha de poder afiliarse al nuestro?


El odio a las tiranías lo vincula ya a nosotros. Tam­bién lo vincula a nosotros su desprecio a las absurdas y ridículas fábulas que el catolicismo nos cuenta, y quiere hacernos creer que son misteriosas verdades fundamentales, y a los despotismos que hallan su cimiento en sus embustes.

Y ¿qué lo separaría, entonces, de nosotros? ¿Acaso lo avanzado de nuestras ideas? ... ¿Acaso el que el Partido Colorado haya realizado en nuestro país la tarea del socia­lismo, implantando reformas en favor de los obreros que en los países más avanzados aún están en forma de proyectos?

No sólo se puede ser socialista y colorado a un mismo tiempo, sino que ya es grande el número de socialistas que militan en nuestras filas.

Colorado, verdadero colorado, colorado de nuestra gran agrupación quiere decir: enemigo de las tiranías, amigo de la libertad, obrero incansable en la destrucción de la injusticia que aún domina al mundo".[11]

Dentro de esta mecánica ahora será Néstor quien marcará conceptos: "Por lo pronto, repetimos que el obrerismo de nuestro partido ha hecho tanto en nuestro país por los obreros como lo que han hecho en otros los partidos socia­listas más activos. Y, en este concepto, ha podido decir EL DIA con razón que la necesidad del Partido Socialista no se ha hecho sentir entre nosotros. No se ha hecho sentir, en efecto, porque el obrerismo colorado realizaba la tarea, como la continuará realizando en lo venidero.

Esto podrá disgustar al señor Frugoni. Querría, quizás, haber hecho él lo que ha hecho nuestra agrupación; y, no pudiendo ser así, la favorece con su odio. Un verdadero socialista, un socialista de corazón, no podría dar cabida en su pecho a esos sentimientos. Nos miraría, más bien, con simpatía. Nos agradecería la obra realizada y querría contar con nuestro concurso en el porvenir. Se diría noble­mente a sí mismo: lo que interesa al obrero no es que la obra sea realizada por Fulano o por Mengano, sino que se realice. Y esto es lo que ha hecho el Partido Colorado.

¿Con quiénes podría contar el señor Frugoni en la Cámara para la sanción de sus proyectos? ...¿Con los nacionalistas? ¿Con los vieristas? ¿Con los riveristas? ¿Con la Unión Colorada? ¿Con los católicos? ¿Con la Unión Democrática? No. Con nosotros, a quienes vilipendia. Y, si el señor Frugoni representase en realidad al socialismo del país, no comprometería seriamente su causa, estableciendo una honda separación, por fútiles motivos de amor propio, entre el socialismo y nosotros...".[12]

Por otra parte la obra de Batlle fue bien vista por el representante socialista de Argentina Dr. Alfredo L. Pala­cios, que en carta dirigida a Adolfo Agorio en 1911 esta­blecía: "Antes de ahora, tuve oportunidad de conversar con Vd. respecto del valiente reformador a quien conocí el día que descendió de la Presidencia, en el primer período de gobierno, y entonces le expresé la viva simpatía que siento por ese ciudadano. He seguido con marcado interés la actua­ción de Batlle...

...Veo en él a un hombre fuerte, de firmeza inquebran­table, patriota en la más noble acepción, que rompe viril­mente prejuicios y persigue ideales generosos.

No tengo el culto de los héroes. Sé demasiado que en él, encarna una necesidad histórica, que está modelando la democracia orgánica, orgullo de este continente...

¡Y bien! Batlle, como Sarmiento, es un innovador, y los innovadores, fueron a menudo, lapidados cuando realizaban su obra; rara vez aplaudidos. Esto es sin perjuicio de que después le levantaran estatuas...

Creo sinceramente, mi amigo, que Batlle es el primer estadista de Sud América.

Aquí alguna vez se le ha pintado como un demagogo, como un fanático, algo así como el personaje que pinta Dostoievsky, que entró en una capilla, apagó los ciriales, rompió las imágenes de los santos que adornaban el altar y enseguida las reemplazó por las obras de los filósofos ateos, volviendo a encender con hondo misticismo las luces.

Pero sus detractores bien saben que Batlle no es un fanático. Es un hombre sereno, respetuoso de todas las ideas, que efectúa una hermosa obra de progreso institucio­nal; es un gobernante honrado...

Es un amigo del obrero, del obrero que con su labor tenaz, persistente, crea la grandeza de esa noble tierra uruguaya...".[13]



[1] Frugoni, Emilio- El libro de los elogios. págs. 93-94.
[2] La ley Frugoni. El proyecto sobre mujeres y niños. La Cámara lo sanciona. El Socialista. Enero, 4 de 1914.
[3] El ideal socialista. El Socialista. Enero, 4 de 1914.
[4] Vanger, Milton- Op. cit. El país modelo... pág. 285.
[5] Con el doctor Feliciano Viera. Sus ideas y sus propósitos. Un reportaje al candidato. El Día. Junio, 16 de 1913.
[6] ¡Abajo la máscara! El Socialista. Enero, 4 de 1914.
[7] Barrán, José Pedro - Nahum, Benjamín- Op. cit. Tomo III. pág. 174.
[8] Reportaje de Rubén Castillo- Carlos Sábat Ercasty. Un hombre que vale un siglo. En Correo de los viernes. Octubre, 9 de 1981.
[9] El gobierno que muere... El Socialista. Febrero, 28 de 1915.
[10] El Partido y las leyes obreras. El Día. Marzo, 28 de 1917.
[11] Socialistas y colorados. Ideas de "El Bien Públi­co". El Día. Octubre, 27 de 1919.
[12] Con el Dr. Frugoni. El Día. Noviembre, 10 de 1919.
[13] De Alfredo L. Palacios. La obra social de Batlle. Una carta a Adolfo Agorio. Juicios interesantes. Batlle y Sarmiento. El Día. Junio, 21 de 1911.

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