K -
ANARQUISMO
E
|
n 1884 apareció en Uruguay “La Lucha Obrera”, órgano oficial de la
AIT, con posturas, principalmente anarcocolectivistas. Cinco años más tarde se
edita “La Voz del Trabajador” de
definición anarcocomunista; también de la misma filosofía será “Il Socialista”.
En el 90 aparecerá el Partido Obrero que
difundirá las ideas anarcocomunistas y marxistas. En 1898 se creó por
intermedio de un grupo de obreros sastres, el Centro Internacional de Estudios Sociales, en el cual se
expresaban las inquietudes sociales del sindicalismo anárquico.
El
Día
también será un divulgador de las noticias del anarquismo del Viejo Continente:
“En los últimos meses esta propaganda ha
sido activísima... y ha sembrado el odio a la organización política y social
existente, en beneficio de otra organización expuesta, ansiada, más justa que
la actual en concepto de sus propagandistas y en que hay, seguramente, mucho de verdad y mucho
de quimera y de utopía...
Con
arreglo a este sistema de propaganda Le Pere Peignard, periódico anárquico de
París, ha publicado en sus últimos números una colección de caricaturas, bajo
el título de Burguesía...
El
partido anárquico tiene una organización simple. Su base es el grupo.
Reunión
espontánea de individuos afines por tendencias y por ideas, el grupo, base de
la futura organización anárquica sirve también de base a la organización actual
del partido”.[1]
Este artículo y otros similares corresponden
a la parte que el diario dejaba a sus lectores como libertad de discusión, en
momentos que se enfrentan las ideas de “Un
verdadero anarquista” y “El
anarquista a seca”, apareciendo una tercera persona la cual no comparte los
métodos violentos que el anarquismo está llevando adelante y en especial en
Francia, porque lo que en realidad hace dicha actitud es todo lo contrario,
aleja de las filas a sus integrantes.
El 2 de agosto, “Un verdadero anarquista” le dirige una carta al director de El Día: “Aunque usted ha dicho en su diario hace pocos días que estos países
están abiertos a todos los hombres de trabajo, sean cuales fueren sus creencias,
un hecho inusitado vino a desautorizar esa tan razonable opinión; y recordando
la benevolencia que usted ha tenido conmigo, vengo a denunciar un atropello que
demostrará hasta la evidencia la ineficiencia de las leyes.
Es
el caso que un francés que se embarcó en Francia con los pasaportes
correspondientes a mediados de Junio, llegó, y porque profesaba ideas anarquistas,
se le vigiló por la policía, no demostrando con sus actos nada de extraordinario;
pues pronto se dedicó al trabajo y a la vida pacífica que en años anteriores
tuviera en Montevideo.
Ayer
ese habitante del país fue notificado que debía abandonar el continente sin
advertírsele por qué...
Es
anarquista el individuo expulsado, cierto; pero uno de tantos que profesan sus
creencias, sin ser activos en propaganda, sin denuncia conocida contra él, pues
había salido de Francia antes de la muerte de Marie François Carnot, no
habiendo estado en Cette ni Lyon, es decir que nada absolutamente da motivo
para la expulsión de ese hombre que ya se había domiciliado en la República y
estaba al amparo de sus leyes, sean ellas a nuestro juicio buenas o malas, útil
o inútiles.
¿Se
creerá matar con esos procedimientos la propaganda anárquica? ¡Ilusión! Sólo se
conseguirá que nos volvamos hipócritas todos, y hagamos nuestra propaganda en
secreto, que es la más peligrosa en sus ulterioridades.
Preferible fuera que se hiciera una legislación contra
la anarquía, para saber a qué atenerse, en vez de ese método arbitrario de
faltar a todas las leyes legales y naturales, expulsando a un habitante que no
tiene amigos diputados que promuevan interpelaciones como en el caso de Silva
Martins, y eso que éste armaba hombres y cometía otros abusos en el país.
Roberto de las Carreras
1873-1963
|
Espero,
señor director, que acogerá estas líneas, no como tolerancia con los
anarquistas tan atropellados hoy en día, sino como protesta de ustedes contra
el desconocimiento de los Códigos que
garanten la libertad de conciencia y de residencia, sirviendo esos atropellos
del mejor justificativo que podemos presentar para acreditar nuestras ideas.
Un verdadero anarquista”.[2]
Juana Rouco de Buela 1889-1969
|
Es importante
destacar que esta fuerte presencia del anarquismo atrajo a destacados
intelectuales como lo fueron: Pascual
Guglianone, Angel Falco, Rafael Barrett, Adrián Troitiño Corney, Roberto
de las Carreras, Ovidio Fernández
Ríos, Alberto Lasplaces, Leoncio Lasso de la Vega, Emilio Frugoni. También militó entre sus
filas el elemento femenino: Juana Casas,
las hermanas Cossio, Juana Rouco de Buela, Virginia Bolten.
Es en 1901, en el Centro Internacional, donde Florencio Sánchez lee “Cartas de un flojo” y estando el
ambiente sediento de lectura de ese tipo es que se multiplican en la prensa. “Entre los periódicos locales hay varios que
no pueden omitirse, como “Solidaridad” (órgano de la F.O.R.U.), “El Trabajo”
(que fue el primer diario revolucionario que salió en el Uruguay, por 1901), “Tribuna
Literaria” (uno de los sucesivos órganos del propio Centro I. de Estudios Sociales), “El derecho a la
vida” (que se extiende en su publicación de 1893 a 1900), los periódicos
gremiales como “El Obrero Panadero” (que durante muchos años anima Hucha), o
revistas entre literarias y revolucionarias...”.[3]
La organización de grupos anarquistas
tiene sus propios órganos de prensa: La
Antorcha, Justicia, Grupo Femenino Anarquista.
Cuando se hace referencia al anarquismo se
debe tener presente la diversidad de facetas que posee éste; destacamos
aquellas como categoría moral, educativa, individualista, definida claramente
por Rafael Barrett: “Yo concibo sacrificar mi existencia, pero no
la ajena. Yo llevo clavada en el alma, como un dardo de luz, la persuasión de
que lo esencial no es aplastar los cerebros, sino poblarlos. El anarquismo tal
como lo entiendo, se reduce al libre examen político. Hace falta curarnos del
respeto a la ley. La ley no es respetable”.[4]
También está el anarquismo que pretende
revolucionar un aspecto de la sociedad o del conocimiento.
El tipo de anarquismo “ravacholismo”, la táctica del atentado
individual dinamitero, no pudo prosperar en el país.
El anarquismo fue un movimiento netamente
urbano, no pudiendo difundir sus ideas en el campo, tampoco en la Universidad,
donde la polémica en esos momentos estaba enfrascada entre espiritualista y
positivistas. Si bien se discuten dichas ideas en la cátedra de Cremonesi, éstas no ocupaban el centro
de interés de los jóvenes universitarios.
Habrá que esperar hasta la creación de los
liceos nocturnos, después de la revolución rusa, para comenzar a encontrar la
presencia del estudiante anarquista o comunista.
También jugaron un papel importante las
mujeres de clase obrera: “...exhiben los
antecedentes más antiguos de organización y lucha, siendo conocido el caso de
varias militantes destacadas de ideología anarquista. En 1901 ya existían
sociedades de resistencia de lavanderas y planchadoras. En ese mismo año los
cigarreros y cigarreras protagonizaron una huelga. En 1905 lo harán las
costureras. Dentro de la postura vital del anarquismo, la emancipación femenina
adquiría una particular relevancia...”.[5]
Debemos resaltar la presencia de un
importante grupo afiliado al anarquismo, que con su lucha contribuyó en la
defensa de los derechos de los obreros uruguayos.
De todos los sectores sociales de
principio de siglo ninguno dio tantos elementos al batllismo como el anarquismo.
Si se toma la nómina de los intelectuales libertarios de los primeros años del
siglo se aprecia que 10 años más tarde casi todos han pasado a la actuación
política activa, incluso como dirigentes batllistas.
“ANARCOBATLLISTA”-
término para aquel que dice conciliar en su persona ambas concepciones
políticas.
Se ha dicho que Batlle favorecía o
simpatizaba con los anarquistas, y efectivamente muchos fueron llevados directamente
a cargos de responsabilidad en la administración, lo que posiblemente fuera más
un caso de psicología que de ideología. Batlle, por razones de afinidad, admiraba
algunas de las características psicológicas del anarquismo, especialmente el
de principio de siglo, que propicia en
sus adherentes el fervor por la libertad política y el anticlericalismo, entre
otros.
En 1913 el anarquista, Antonio Marzovillo escribiendo bajo el
título de “Batlle y los anarquistas”, expresa: “Una buena parte del pueblo uruguayo incluso algunos anarquistas no muy
firmes en sus mismas creencias, se encuentran mareados por la política del
actual mandatario Batlle y Ordóñez. Es cierto que es un caso especial el que
pasa con el gobernante de este país que se encuentra empecinado en introducir
un conjunto de reformas no comunes entre gente de mando; pero, es muy cierto
también, que tales reformas resultarán más que inútiles en la práctica, si una
convicción y conciencia en el pueblo no hace efectivos esos beneficios cuando
los interesados pretendan rehuir las leyes respectivas.
Por
lo tanto el lugar de los anarquistas debe estar entre el pueblo, no para apoyar
la política de Batlle sino para elevar su cultura, etc. Es la ocasión más
oportuna para demostrar al pueblo el verdadero engranaje de la actual forma de
sociedad, engranaje que por su estructura, no admite simples reformas sino una
radical transformación en la propiedad privada y en la forma de gobernarse los
pueblos para que se sienta la verdadera efectividad de un bienestar económico y moral.
Sin
embargo esperamos del buen criterio del lector no confundirnos con esa gente
que tanto combate a Batlle como mañana lo defenderían si éste le diera parte en
el comedero (presupuesto) nacional”.[6]
Anteriormente hemos hablado de Florencio Sánchez. En 1921 El Día publica un artículo sobre la
ideología de Sánchez: “...no legó a sus
contemporáneos y a la posteridad ninguna obra en que se reflejase su manera de
pensar y sentir respecto a los hombres y a las cosas de nuestro país. No hay
tampoco un “ideario” del bohemio genial, es decir, un libro de tesis y doctrina
en que el autor nos expresase sus ideas políticas, religiosas y sociales. Sin
embargo, en algunos de sus artículos periodísticos, de sus amenas “Cartas de un
flojo” y hasta de sus epístolas a amigos y familiares podría rastrearse la
filiación de su espíritu.
Florencio Sánchez 1875-1910
|
...Sus principios liberales quedan bien en evidencia
en el siguiente párrafo de una carta que envió el 1º de Enero de 1893 a su
entrañable amigo el señor Mason de Lis: “Termino, -decía Sánchez, en esa misiva- enviándole un
cariñoso saludo en este día y haciendo votos para que en el año que entra sigan
las ideas liberales avanzando a pasos agigantados, siempre abriendo brecha, y
veamos al finalizar el 93 al clericalismo fanático caído, revolcarse impotentemente,
furioso, entre sus babas, en el lodazal inmundo de sus vicios”.
Cuando
Sánchez se decidió a abandonar el partido político a que pertenecía, se alistó
bajo las banderas de un anarquismo lírico y humanitario de que da idea esta
exhortación que dirige desde su
voluntario destierro -se hallaba entonces en Buenos Aires- a los jóvenes
uruguayos: “Sean ustedes menos guapos. Tengan más amor a la vida, y concluirán
por no despreciar tanto la del prójimo. Sean menos localistas. Ningún pedazo de
tierra nos ha parido. Ella entera nos pertenece con su oxígeno y su sol, y es
dominio que tiene derecho a usufructuar por igual todos los hombres. Y no
siendo guapos ni patriotas, dejarán de ser políticos. Serán entonces más
humanos, más generosos; discernirán de prejuicios el espíritu y no volverán a
mirar hacia el Porvenir”.
A
falta de un volumen en que se consignen
las ideas y opiniones de Sánchez, las transcripciones que hemos hecho pueden
bastar a sugerir, por lo menos, algo de lo que él pensaba sobre nuestra cosas, y a evidenciar cuán
profunda fue la evolución de su espíritu desde los días en que sirvió a la
insurrección -era en aquellas fechas casi un niño-, hasta la época en que,
emancipado de todo preconcepto político, se convirtió en propagador apasionado
de nuevas y avanzadas ideas”.[7]
[1] La propaganda anárquica. El Día. Julio, 9 de 1894.
[2] Expulsión de un anarquista. Ineficacia de
las leyes. El Día. Agosto, 3 de
1894.
[3] Rama, Carlos Ma.- Obreros y anarquistas. Enciclopedia Uruguaya. Nº 32. Montevideo.
1969. pág. 29.
[4] Ídem. pág.
32.
[5] Rodríguez Villamil, Silvia- Feminismo y política. Un análisis del
proceso de aprobación del voto femenino en el Uruguay. Hoy es Historia. Nº
4. Montevideo. 1984. pág. 18.
[6] Rama, Carlos- Op. Cit. págs. 56-57.
[7] De la ideología de Florencio. El Día. Enero, 23 de 1921.
No hay comentarios:
Publicar un comentario