viernes, 17 de abril de 2015

EL MODELO VI EL ECONOMICO

C - EL MODELO  ECONOMICO


Al iniciar el capítulo hemos hablado de la moderniza­ción, la cual llega por intermedio de una serie de medidas políticas que en su gran mayoría tienen su repercusión en el plano económico. Por ello hemos entendido útil, para lograr una mayor claridad en la exposición del tema, divi­dirlo en cuatro áreas.

1 - La industria
La tendencia al desarrollo de las empresas industriales del Estado, según dice un "ilustre economista" de la época era una característica de esos tiempos.

Sus motivaciones estarían en:

-una causa fiscal, que radica en la necesidad de hallar nuevos recursos, por ver en los gastos cada vez crecientes el progreso de la nación;

-una causa social, que tiende a poner freno a las ganancias sin tasa del capitalismo, cuyos dividendos y beneficios se obtienen a base del dinero del pueblo;

-una causa política, que consiste en la necesidad, ineludible en las organizaciones democráticas, de vincular lo más estrechamente posible, en todos los aspectos de la actividad social, al Estado con la masa de la nación de que es aquél expresión jurídica.

Sin duda el batllismo tuvo un gran emprendimiento en esta área, buscando un adecuado desarrollo de la misma, utilizando diferentes caminos:

-la nacionalización: Banco de Seguro del Estado.

-la estatización:           Banco República (1911)
                                   Banco Hipotecario (1912)


                                   Usinas Eléctricas del Estado (1912)
                                   Ferrocarriles y Tranvías del Estado    (1914).

Otros intentos se vieron frustrados, como el monopolio del alcohol, una marina mercante estatal, monopolio de teléfonos.

Comencemos por aclarar que la industria nacional de principios de siglo, en su gran mayoría, estaba conformada por talleres o pequeñas empresas de corte artesanal.

La buena relación que va a haber entre Batlle y los industriales queda establecida desde su primera presiden­cia. Así lo deja claro el discurso del presidente de la Unión Industrial Uruguaya, a los pocos meses de la asunción de Batlle en 1903; "...Inclinado en el yunque, elaborando el progreso que ha de traernos los ansiados días de la paz sin recelos y de la prosperidad sin nubes. En los brazos robustos del obrero vendrán también los días luminosos de la libertad perdurable en la sucesión de los gobiernos regulares, porque el obrero representa el trabajo, la virtud, la riqueza, la vida nueva que trae la emancipación de las últimas servidumbres que posan todavía en los desti­nos de la humanidad.

Estáis en los comienzos de vuestro gobierno, como nosotros en la infancia de la industria fabril, y sin embargo, podemos celebrar ya espléndidas victorias. En poco tiempo habéis pacificado el país, inspirando confianza y en vuestro haber se anotan iniciativas útiles y fecundas, que cambiarán la faz económica de la República, acelerando sus adelantos y la era de sus grandes florecimientos.

No necesitamos más que la protección nacional de las leyes para coronar esta obra de progreso y civilización, la única que puede poblar, educar y aumentar el patrimonio nacional, libertarnos de la tutela extranjera, convirtién­donos en una nación fuerte y dueña de sus destinos, capaz de sobreponerse por sus energías productoras en las luchas económicas y defenderse de extrañas agresiones con la pujanza de su brazo.

Para realizar estas conquistas es forzoso abrir a nuestras industrias el camino de la exportación. Nuestro mercado es demasiado pequeño para consumir sus productos. A fin de [...] sus fuerzas y formando una idea de sus adelan­tos y de lo que convendría hacer para impulsarlos con más vigor, desenvolviéndolos en mayor escala...".[1]

Como vemos son los propios industriales los que piden la protección a la industria nacional, no es capricho o modismo de sector político alguno, era una necesidad urgen­te dicha medida. Por otro lado esta iniciativa debía de ir acompañada con un entorno de paz en el país, sin ella no había prosperidad alguna.

Otro punto que se aprecia es ya la visión del mercado externo, la necesidad de crecimiento que padecía la indus­tria nacional.



Batlle se dirigirá a los industriales ese mismo día  estableciendo: "Las industrias del país tienen todas mis simpatías. Pienso que el verdadero ahorro, la verdadera economía nacional, se efectuó produciendo dentro de fronte­ras los artículos que antes se adquiría fuera de ellas.

La riqueza, el bienestar y el poderío de un pueblo son la consecuencia directa e inmediata del desarrollo de sus industrias".[2]

Para lograr que las industrias progresen, los indus­triales deben interesarse por la política. "Ahora bien si para el desarrollo industrial es menester la buena políti­ca, fácilmente se comprende que el gremio se interese por ella y haga de su parte todos los esfuerzos para que sea bien encaminada, ya sea retirando su concurso a los malos gobiernos, como prestando su adhesión a aquellos que res­pondan eficazmente a sus aspiraciones. Pero se diverge en cuanto a los medios en que ese concurso ha de ser aportado. ¿Debe consistir él en el simple apoyo moral? ¿Por qué no ha de ser también una cooperación más eficaz y positiva? ¿Por qué, dentro de lo lícito, no han de intervenir también en las políticas desde que les interesa la marcha de ellas como ciudadanos y como hombres de empresa?"[3]

La protección a la industria estaba destinada a las denominadas industrias naturales, siendo aquellas que ofrecen fácil arraigo en el país.

En 1911 El Día establecía: "...el propósito del Minis­tro de Industrias, doctor Acevedo, respecto a un estudio de las materias primas para industrias que se utilizan en el país a fin de contemplar en un proyecto de ley la situación arancelaria de todas aquellas cuya importancia rentística no pueda, por disminución de la recaudación aduanera, producir una sensible depresión en los derechos.

Responde además tal móvil al programa del Poder Ejecu­tivo en materia de industrias, que es de franca y decidida protección. Las industrias comprenden en su más amplia significación, el capital y el trabajo. El amparo del capital, en el sentido de fomentar o estimular su giro en el país, es el único medio positivo de crear trabajo, fuentes nuevas de producción y de vida, y al crear trabajo se protege al obrero, cuya más grave amenaza en los tiempos modernos es la desocupación forzosa. La protección a la industria en cuanto pueda afectar al capital, es doblemente necesaria cuando los nuevos conceptos morales y jurídicos de los deberes del Estado con respecto a los obreros, van imponiendo una serie de cargas sobre los capitalistas que no pueden decretarse impunemente para todas las industrias, porque sería insensato desafiar la competencia mundial en determinado producto con absoluta despreocupación respecto al precio de costo, en el que influyen fatalmente todas las circunstancias en que trabaja el obrero.

El Estado protege la industria y se entiende que bajo este concepto abarca la protección al trabajo y al capital. En el criterio de gobierno sobre este punto no cabe el concepto unilateral: se protege la industria en general; se ampara con leyes especiales la situación del obrero, se le defiende contra la explotación exagerada del  más fuerte, y, al mismo tiempo, se favorece al capitalista para que pueda sin perjuicio conciliar su intereses legítimos con los intereses legítimos de los obreros que emplea. Se protege la industria también porque en las múltiples formas de inversión reproductiva del dinero no hay ninguna más peligrosa en sus iniciaciones sobre todo en países nuevos como el nuestro. Cualquier industria exige un gran capital que empieza por intervenir en forma de fondo perdido. Ningún banco le da crédito a un industrial en nuestro país, a menos de que llegue a ser un coloso y no necesita crédi­to. Y como los banqueros son los mejores buzos en el secre­to de los negocios que prometen, pueden preguntarles por qué no tienen confianza en empresas industriales, por qué consideran a las máquinas como hierro sin valor, etc. Apenas admiten como garantía hipotecaria el terreno en que se halla ubicada la fábrica y prestan algo sobre la póliza de seguros contra incendio".[4]

El propio Eduardo Acevedo entendía que no se podía ir contra la corriente, donde predominaba en el mundo el proteccionismo.

El fomento de la industria no solo es llevado adelante desde la esfera del Estado, sino también en el área parti­cular. Permitiendo dotar al país de una capacidad indus­trial que lo coloque en condiciones de estimular y acrecen­tar la independencia económica.

Era necesaria la instrumentación de un plan completo de fomento industrial, el cual permitiera al país independi­zarse  económicamente y poder vivir de sus propios recur­sos, que es el ideal de todas las naciones fuertes y pro­gresistas.

Por tal motivo se buscaba estimular el desarrollo de ciertas industrias incipientes. La primera guerra mundial había demostrado la conveniencia de proveer nuestra propia subsistencia sin necesidad de esperarlo todo de la contri­bución extranjera.

Esta prédica del batllismo  por la industrialización fue ganando terreno más allá del círculo de las fábricas, de los empresarios y de los propios obreros, transformándo­se en un modelo económico necesario para el Uruguay.

Cambiando el modelo de los sectores conservadores ganaderos del siglo pasado, el nuevo siglo tendrá ante sí una nueva imagen: el impulso industrial, basado en los principios de estatización, monopolio y proteccionismo, los cuales han sido vistos en las diferentes corrientes del capítulo anterior.

Esto fue posible en gran medida por la constante prédi­ca de la prensa y por los numerosos discursos parlamenta­rios que, y en especial entre 1911 y 1913, fueron creando la nueva mentalidad, donde la convicción del cambio era posible y éste traería el bienestar para todos los habitan­tes.

Podemos resumir en los siguientes objetivos la política industrial emprendida por el batllismo:

-rebajar el precio de los servicios;

-mejorar los servicios: "...el fin del Gobierno no puede ser amasar dividendos, ni para él, ni para la Empre­sa. El fin del Gobierno debe ser mejorar los servicios... Hacer una empresa de tranvías que llegue a todos los ámbi­tos de la ciudad, aún donde no ofrezcan rendimientos inme­diatos. Rebajar los pasajes, poner tranvías para obreros... con frecuencia... para que puedan utilizar el tranvía barato, no sólo los obreros sino todos los pobres que lo necesitan"[5], así lo establecía Domingo Arena.

-la instrumentación del monopolio de los seguros permi­te una rebaja de los impuestos porque "...crea una nueva fuente de recursos para el tesoro nacional...

...el Uruguay sería el primer país que había incorpora­do a su legislación positiva esta nueva fuente de recursos fiscales, y sería de los primeros en dar un impulso podero­so a las instituciones de previsión de todas las desgracias que sufre la humanidad, y que pueden conjugarse o aminorar­se por medio del seguro.

...Hasta hace muy poco tiempo se descubrían dos fuentes de recursos fiscales: el empréstito y el impuesto. La cien­cia financiera ha descubierto una nueva fuente de entradas en la explotación por el Estado de ciertas industrias...".[6]

-frenar la salida de oro: establecido en el Mensaje y Proyecto de ley de creación del Banco de Seguros en 1911; "...no puede mirarse con indiferencia la extracción anual de las fuertes cantidades de dinero por un concepto como el del seguro. Hay que defender nuestra riqueza que forma la vida del organismo nacional, como la defienden todos los países".[7]  

-la defensa de la soberanía y el desarrollo nacional; "...entre nosotros... las Compañías de Seguros están lejos de contribuir a aumentar la riqueza nacional y tienden por el contrario a disminuirla. No existen compañías nacionales que atraigan capitales por operaciones relacionadas en el extranjero; y en cambio, existen compañías extranjeras, la casi totalidad, que extraen del país importantes sumas de dinero por concepto de primas...".[8]
CUADRO Nº 12
GANANCIAS DE EMPRESAS PÚBLICAS EN MILES DE PESOS
Años                      B.República B.Seguros B.Hipotecario           Usinas Puerto                      TOTAL
1913                      1570                       200        301                         935                                       3006
1914                      1211                      253        397                         972                                        2833
1915                      1404                      257        401                         911                                        2973
1916                      1282                      263        467                         820                                        2832
1917                      1629                      529        404                         943         12                           3517
1918                      1944                      551        424                         429         39                           3387
1919                      3049                      913        451         74           24                           4511
1920                      3312                      930        409                         1082     25                           5758
1921                      2810                      902        430                         1025     62                           5229
1922                      1172                      642        485                         1021      246                        3566
1923                      2218                      765        595                         1695      299                        5572
1924                      3133                      1002      749                         1607      315                        6806
1925                      2606                      804        807                         1723      326                        6266
1926                      2372                      774        813                         2006      257                        6222
1927                      2275                      924        852                         2338       265                       6654
1928                      2167                      951        812                          2469      471                       6870
1929                      1414                      876        862                         2975      607                        6734
1930                      1304                      767        853                          3517    660                        7101
TOTALES            36872                12303      10512                     26542   3608                       89837

Fuente- Acevedo, Eduardo- Anales. Op. Cit. Tomo VI. págs. 536-537.

a - Nacionalizaciones
El año 1911 marcó un rumbo importante en la política económica del nuevo gobierno, el 26 de abril se presenta a las Cámaras el proyecto de ley referente al monopolio del Estado de los seguros: "...la instalación de un Banco de Seguros del Estado. Prescindiendo por hoy del temor que asalta a un colega esta idea considerándola erróneamente fruto de un socialismo que va a arrollarlo todo, es induda­ble que desde hace mucho tiempo se venía haciendo notar la necesidad de que nuestros Poderes Públicos se preocuparan de ofrecer una garantía cierta a todo el mundo contra eventualidades tan posibles como deplorables, el ahorro nacional ... La intervención del Estado en esas empresas es y ha sido precaria, deficiente o ineficaz, desde que no se ha asegurado la estabilidad y responsabilidad de los asegu­radores dentro del país...".[9]

La cuestión del monopolio por parte del Estado encerra­ba un compromiso moral: "...La ciencia económica tiene, como la filosofía general, su metafísica. El principio de la libre concurrencia que teóricamente no ha podido menos de sugestionar a todos los espíritus animados de idealida­des altruistas, que lo examinan perfectamente depurado en el crisol de las creaciones imaginarias o de los hechos que se plantean en fórmulas abstractas, ha tenido su reacción en la mala fe de los intereses egoístas, que se apodera de los hombres con la intensidad impulsiva de un instinto de conservación.

La libre competencia empieza en una lucha despiadada del fuerte contra el débil. Durante la lucha el público se beneficia de los resultados sin preocuparse de la moralidad de los hechos que transitoriamente se producen a su favor. Supóngase una gran empresa de navegación que domina el intercambio entre dos puertos, cobrando unos precios exce­sivos de transporte. Otro armador de pequeño capital empie­za a explorar con un buque aquella misma travesía a precio más reducido. El primero rebaja a la mitad los fletes y pasajes, y aun a menos, para eliminar al intruso. Como el capital del segundo no resiste a la presión de un largo período de pérdidas, desaparece en cualquier forma de la "libre" concurrencia, dejando al poderoso en libertad de cobrar nuevamente lo que quiera. Pero si la empresa compe­tidora es fuerte y ambas resisten por algún tiempo los perjuicios de la competencia, llega un momento en que se impone la entente; se armonizan las conveniencias y se establece la tarifa con la que tratarán de compensar, a costa del público, los perjuicios que a su favor sufrieron en el período, nunca prolongado, de la libre concurrencia.

Los mismos economistas de la escuela clásica, que no quieran transar con la sustitución del monopolio del Esta­do, inspirado en fines morales de beneficio social, a cambio de los monopolios privados de las sociedades anóni­mas, constituidos para la explotación del público, conclu­yen por quedarse perplejos ante la contemplación abrumadora de los hechos y confiesan alguna vez que no será sorpren­dente una futura extensión del dominio del Estado como única fórmula de manumisión para la sociedad contra las expoliaciones del monopolio privado...".[10]

Se entendía que el seguro de accidentes del trabajo, enfermedades, desocupación forzosa, pensiones a la vejez de los trabajadores incapacitados y pobres, son instituciones complementarías de los seguros contra incendios, sobre la vida y otros, preferentemente explotados como industrias lucrativas por el interés privado. La sociedad reclamará una organización completa de las instituciones de previsión y exigirá al Estado moderno que no sea indiferente a la situación de gran número de personas que se encuentran sometidas a la dura ley del régimen económico de la lucha desigual por la existencia.

Otro aspecto fundamental fueron los ferrocarriles del Estado. La tendencia universal del momento era establecer las líneas de ferrocarriles a cuenta del Estado, como elemento poderoso de desenvolvimiento productor e indus­trial.[11] "Para tener ferrocarriles era necesario hasta aceptar los trazados concebidos por las empresas, en muchos casos con un desacierto que sólo se concibe en quien in­vierte su dinero teniendo garantido un mínimum de interés; trazados cuyo fundamento no parece haber reposado en los más elementales principios que deben determinar estas empresas. Ramales de vía que en veinte años no alcanzan a cubrir el mínimum de interés con los fletes de cargas y rendimientos de pasajeros, revelan un grave error en los cálculos y en los estudios de los iniciadores y actores de la obra. Trazados de líneas que buscando la frontera del Brasil han dado preferencia a la dirección de más extenso recorrido y hacia donde el territorio limítrofe es más pobre y considerablemente menos poblado, demuestran haber prescindido del punto de orientación más exacto: los ele­mentos de la geografía económica...

El proyecto de ferrocarriles del Estado es ya una ini­ciativa propia del momento en que iniciamos resueltamente una reacción contra el sistema de las holgadas concesiones. Cuando la construcción de una línea sea necesaria a los intereses económicos de una región, no habremos de buscar a toda costa quien realice la obra por su cuenta bajo el estímulo de compensaciones extraordinarias, o no estaremos expuestos a aplazar indefinidamente una obra de convenien­cia  nacional a mérito de que no hay empresas privada que se resuelvan a abordarla bajo las condiciones normales de las concesiones. El Estado, que en épocas de penuria finan­ciera ha tenido rentas para responder escrupulosamente a los intereses garantidos en favor de los ferrocarriles de empresas extranjeras, tendrá recursos para construir y mantener en excelente pie las líneas de ferrocarriles nacionales.

La nacionalización de los ferrocarriles es un ideal en todos los países del mundo que, como una de las tantas aspiraciones económicas, no se realiza rápidamente por la imposición financiera...".[12]
MAPA Nº 2
Red ferroviaria en 1900



CUADRO Nº 13
CRONOLOGIA DE LA EXTENSION FERROVIARIA URUGUAYA
(1869 - 1930)
1869-Bella Vista a Las Piedras.   
1871-Bella Vista a Central.
1871-Las Piedras a Canelones.     
1872-Canelones a 25 de Agosto.         
1874-25 de Agosto a Durazno.
1876-25 de Agosto a San José.
1876-Salto a Yacuy.               
1879-Durazno al Yi.               
1882-Cordón a Pando.      
1886-Yi a margen Sur del Río Negro.
1887-Margen Sur del Río Negro a Paso de los Toros.           
1889-Pando a Minas.               
1890-Paso de los Toros a Achar. 
1890-Sayago a Manga.    
1890-Toledo a San Ramón.          
1890-Paso de los Toros a Paysandú y Salto.                           
1891-Achard a Tacuarembó.         
1891-Cabellos (Baltasar Brum) a     Artigas.
1891-San Ramón a Nico Pérez.
1892-Tacuarembó a Rivera.         
1895-Empalme Olmos (Ing. V. Sudriers) a La Sierra.
1899-San José a Rosario y Puerto del Sauce.
1900-Pto. del Sauce a Puntas de San Juan(desaparecido).
1901-Rosario a Colonia.
1902-Mal Abrigo a Mercedes.
1908-Nico Pérez a Cerro Chato.
1909-Cerro Chato a Melo.
 1910-Nico Peréz a Retamosa.
 1910-Verdún a Fuente Salus.
1910-San Carlos (km 144) a Maldonado.
 1911-Retamosa a Treinta y Tres.
1911-Algorta a Fray Bentos.
1913-Rivera a Frontera (Empalme con el Brasil).
1913-Tres Arboles a Piedra Sola.
1914-Pan de Azúcar a Piriápolis (desaparecido).
1914-Durazno a Trinidad.
1915-Puente Internacional Río Cuareim (empalme con el Brasil).
 1917-La Paloma a Rocha.
 1918-Empalme Tablada.
 1928-San Carlos a Rocha.
 1930-Maldonado a Punta del Este.
Fuente- Martínez Díaz, Nelson- Los ferrocarriles británicos en Uruguay. Cuadernos Uruguayos Nº 4. Ediciones del Nuevo Mundo. Montevi­deo. 1977. pág. 68.



b - Estatizaciones
Llevar adelante los procesos de estatización deparó fuertes resistencias, la nacionalización era entendida, pero esta medida se veía como "amenazante" de la actividad económica.

Todo parecía estatizable, en 1930 Eduardo Acevedo esta­blecía: "Podríamos monopolizar el alcohol, las bebidas alcohólicas, el vino, la cerveza, el tabaco, los fósforos, la pesca, las aguas corrientes, los tranvías eléctricos, los ferrocarriles, el ahorro nacional...".[13]

Los primeros pasos de estatización fueron el Banco República, Banco Hipotecario y la creación de las Usinas Eléctricas.

En noviembre de 1911 el Ejecutivo envía el proyecto por el cual establecía el monopolio de la generación y distri­bución de energía eléctrica en todo el país, haciendo la excepción con las compañías extranjeras de tranvías ya que éstas tenían su propia usina.

Otras formas se dieron con la creación del Instituto de Pesca (1911), Instituto de Geología y Perforaciones (1912) y el Instituto de Química Industrial (1912).

c - Proteccionismo
El proteccionismo es iniciado en 1875 con fines fisca­les, ampliándose en 1888, para tomar a comienzos del siglo un carácter más general.

En 1875 por decreto ley del 22 de octubre, se dio el "...primer impulso serio en favor de las industrias manu­factureras o fabriles, bajo forma de una suba moderada de las tarifas de aduana sobre todos los productos que las industrias nacionales podían producir y de la supresión o rebaja de los derechos sobre las materias primas que era necesario importar para el fomento de las mismas indus­trias".[14]

Por otra parte en 1888 se aprobó una ley por la cual se aumentó la protección, estableciendo un porcentaje general de recargo a las importaciones del 31% que en algunos casos aumentaba al 51%.

La Ley de protección a los molinos de arroz de 1900; a la introducción de maquinaria textil para Campomar del mismo año; en 1902 favoreciendo a la industria frigorífica; en 1903 amparando a las fábricas de helados, tejidos y fósforo así como a las bodegas de vinos; en 1906 a la industria azucarera; en 1908 a la industrialización del lino; en 1910 a la carne preparada por la Frigorífica Uruguaya.

Batlle lo entendía: "...La riqueza, el bienestar y el poderío de un pueblo son las consecuencias directas e inmediatas del desarrollo de sus industrias.

A las legiones imperiales que, en la antigüedad, lleva­ban la desolación y la muerte a los pueblos vecinos y prósperos, para arrebatarles sus riquezas, se sustituyen los tiempos modernos por los ejércitos de obreros, con sus geniales caudillos, conquistadores pacíficos y pacientes de los bienes que ofrece a sus esfuerzos la naturaleza.

Y marchan a la cabeza de la civilización los pueblos que han sabido proteger y desarrollar más activa e inteli­gentemente sus industrias.

Sin duda alguna, esta protección tiene sus impugnado­res. Sería un régimen perfecto el de la libertad comercial sin límites, la lucha entre los industriales de todas las regiones y el triunfo de los más aptos. Pero este régimen no se constituirá mientras existan fronteras y naciones distintas con intereses antagónicos. Entretanto el deber y la previsión juiciosa de los pueblos nuevos consisten siempre en robustecer sus industrias, en hacerlas alcanzar los mayores adelantos y en habilitarlas, así no sólo para crear de inmediato la riqueza pública, sino que también para entrar sin desventajas, cuando suene la hora, en el régimen de la libertad comercial sin restricciones, que será el régimen del porvenir".[15]

Se justificará el proteccionismo viendo la realidad mundial. Recordemos que en el capítulo anterior, en el Socialismo, hicimos mención al economista List, al que también se tendrá en cuenta en este aspecto; "Si se quiere considerar el proteccionismo como un mal, es preciso reco­nocer que es al único precio a que se conquista el progreso económico, fuente de todos los progresos morales y políti­cos ... el costo de la protección industrial es el precio con que el país paga su engrandecimiento, acreciendo su población a base de crear trabajo, que es como quien dice aumentando sus habitantes con la incorporación del elemento de positiva utilidad, que es el "productor-consumidor" y no el simple consumidor parásito, como resulta el intermedia­rio.

El referido economista en su obra, "Sistema nacional de economía política", dice que una nación debe pasar normal­mente por cinco estados: 1º salvaje; 2º pastoril; 3º agrí­cola; 4º manufacturero; 5º comercial. Y sobre estas transi­ciones históricas que casi todos los economistas creen ineludibles, aunque no concuerdan en la duración de los períodos respectivos, la impaciencia de los enamorados del principio absoluto de la libertad de comercio pretende a cada paso apoyarse para pedir que se rebajen pronto los derechos de aduana establecidos con carácter de protección a algunas industrias. Pero para que se vea qué criterio se tiene a este respecto en el pueblo mejor dotado de la intuición patriótica que da impulso al progreso nacional es oportuno recordar un episodio histórico. En 1879 llegó a Manchester el general Grant, que había sido presidente de la República de Estados Unidos. En una recepción a que concurrió trataron los librecambista de la celebre Liga, de convertirlo a su escuela... les contestó: "Señores: Duran­te dos siglos, Inglaterra ha empleado el sistema protector; lo ha llevado hasta sus últimos límites, y le ha ido bien: sin asomo de duda, a este sistema debe ella su poderío industrial...".[16]

d - Monopolio
"Si hay una tendencia que se afirme en todos los países civilizados del mundo, con prescindencia de toda subordina­ción a fórmulas de doctrinas o escuelas económicas, es la de asumir en monopolio oficial las industrias de carácter municipal. Las ciudades europeas y norteamericanas han ido sucesivamente aumentando el patrimonio de sus dominios industriales, ya con la instalación directa de ciertos servicios, ya por medio del rescate o explotación de las industrias edilicias explotadas por empresas privadas, a favor de concesiones, como las de nuestros tranvías, aguas corrientes, gas, teléfonos, alcantarillado, etc.".[17] Justificaban el monopolio municipal ya que debe de cumplir estos servicios, o los hace con elementos propios o delega su desempeño en empresas privadas que explotan las diversas necesidades de la población sujetándose a ciertas condicio­nes.

La Primera Guerra Mundial le permitió al país ver la necesidad de fomentar la industria nacional y lograr su independencia en esta materia: "Nos hemos referido en di­stintas oportunidades a la necesidad de organizar un plan completo de fomento industrial que permita al país indepen­dizarse económicamente y vivir de sus propios recursos, que es el ideal de todas las naciones fuertes y progresistas...

Fuera de eso, es indispensable estimular el desarrollo de ciertas industrias incipientes, que pueden ser factores nada desdeñables de nuestro engrandecimiento material. La guerra nos ha aleccionado en este punto, demostrándonos la conveniencia de proveer a nuestra propia subsistencia sin necesidad de esperarlo todo de la contribución extranjera. Lo que falta en este país, tan generosamente dotado por la naturaleza, no es la materia prima, sino el impulso creador y la perseverancia en el esfuerzo. Nuestros capitales yacen, por lo general, en una inmovilidad estéril y contra­producente. Sus poseedores no los aplican sino excepcional­mente a empresas útiles y, de seguro, remuneradoras, pues prefieren depositar en los bancos, en un retraimiento que no se justifica, pues si él apareja la ausencia de todo riesgo, representa también la privación de ganancias legí­timas que podrían ser y serían casi siempre muy superiores al interés que produce habitualmente el dinero".[18] 


2 - El mundo agropecuario
El proyecto batllista de modernización urbano-indus­trial no dejaba de lado el agro. Se buscaba asociar éste con la ganadería, la mejora de las técnicas, subdividir la tierra, lo que permitiría consolidar el mercado interno.

Llevar adelante tales iniciativas significaba desplazar el dominio de la ganadería extensiva, para permitir el asentamiento de las corrientes inmigratorias.

Este sistema debería de estar acompasado por la pacifi­cación de la campaña, y la asunción del rol de árbitro por parte del Estado en los conflictos sociales, dado que se habilitaba la creación de grupos medianos y pequeños de productores rurales, los cuales podrían funcionar como contrapeso con respecto a los grandes estancieros.

A partir de la segunda presidencia Batlle pretendió lograr un cambio en la ganadería, que ésta pasara del sistema de explotación extensiva al intensivo, colaborando en la alimentación del vacuno con forrajes artificiales.

En 1911 se presenta tres proyectos de ley tendientes a fomentar y perfeccionar la industria rural: "...Por uno de ellos se establece la obligación para los propietarios de campos de pastoreo de plantar como mínimo determinado número de árboles en cada hectárea y de formar a la vez prados de forrajes en relación con la superficie del campo.

Otro de los proyectos iniciados por el Poder Ejecutivo es el que se refiere a la colonización y fomento de las industrias agropecuarias por medio de concursos de ganade­ros y propietarios de campos que más se hayan destacado por el mejoramiento de las industrias que explotan...

Por último, el tercer proyecto que, con los anteriores, pondrían constituir capítulos de uno mismo, pues tienden al mismo objeto fundamental, es el que crea seis estaciones agronómicas en la República para difundir la enseñanza de las industrias rurales, preparar personal idóneo sin mayo­res sacrificios para las estancias y propender con sus consejos a la más rápida transformación de la ganadería y de la agricultura en beneficio público y particular".[19]

a - La colonización
A principio de siglo se manejaban con frecuencia los términos de agricultura y colonización: "El gran mal de que sufre el país es sin duda alguna, la escasez de habitantes; la mayor parte de las dificultades que pesan sobre la ha­cienda pública, la paralización de que se queja continua­mente el comercio entero, provienen del corto número de los que deben repartirse las cargas de un pesado presupuesto. Es necesario poblar, aumentar el número de los productores y de los consumidores, y esta necesidad apremiante está en la conciencia de todos cuantos reflexionan un poco sobre el tópico.



...ya queda demostrado para todos, que es mayor pobla­ción lo que necesitamos, ¿cuáles son los medios más aparen­tes para conseguir esto rápidamente?

No puede haber dos contestaciones: fomentar la agricul­tura.

Se ha dicho y repetido al infinito que la ganadería es la riqueza verdadera del país. Pero pretender que quede para siempre nuestra única riqueza, es condenar el país a la inmovilidad. En efecto, hoy día, nuestra ganadería ha alcanzado todo su desarrollo, ha cumplido su misión, a tal punto que su tendencia actual es la despoblación. Cada día emplea una mano de obra más reducida, creando la vagancia de centenares de familias, antes empleadas por ella ... Una nación no es rica porque cuente entre sus hijos algunos millonarios, pero sí cuando la riqueza se generaliza entre todos, o, por lo menos, entre la mayor parte de los ciuda­danos...

La condición única de nuestros futuros progresos está estrictamente encerrada en estas palabras: aumento de población, aumento de producción y mejor repartición de la riqueza pública.

Muchos piensan en las industrias fabriles como medio de alcanzar ese resultado, pero olvidan de que carecemos de carbón y de hierro, mientras tenemos dilatadas zonas rura­les, extensiones inmensas de tierras fértiles en las que hay 1/4, escaso, de habitantes por kilómetro cuadrado.

La industria agrícola es, pues, la única que nos puede dar la solución del problema que a todos nos preocupa".[20]

El censo de 1908 determinaba el despoblamiento de la campaña; eran necesarias nuevas modalidades que permitieran un incremento vigoroso de la población rural.

Es así que se presentan ante el Presidente Williman delegados de los agricultores de San José buscando el apoyo oficial para el impulso a la colonización. La respuesta fue: "...sus anhelos son los anhelos generales del país; que teniendo conocimiento de las dificultades con que tropezaban los hombres de trabajo para adquirir campos había tomado dos importantes iniciativas: una, estimulando a los grandes propietarios a subdividir sus tierras a fin de obtener de las mismas mayores resultados; y otro desti­nando una gran parte del superávit del último ejercicio a la compra de estancias que se dividirán en chacras a fin de entregarlas a los colonos aptos que se encuentren sin tierras para cultivar".[21]

Por su parte el señor Mario R. Pérez ha sometido a la consideración del Ministro de Industria, doctor Giribaldi un proyecto de colonización: "...tiene un fundamento bien sencillo. El Estado, con arreglo a él, tomaría a su cargo la colocación de la tierra entre los que aspiraran a ser colonos. Se obtendría la tierra apropiada por el sistema de la expropiación. Los latifundios expropiados se dividirían en chacras de dimensiones razonables que podrían oscilar alrededor de las cien hectáreas. Las chacras serían entre­gadas a los aspirantes a precio de costo, sin más recargo que los intereses consiguientes y serían pagas en anualida­des modestas. Para garantir al Estado las chacras le serían hipotecadas, hasta la extinción total de la deuda...

...Siempre que se ha fraccionado tierra se ha colocado inmediatamente, poniéndose en evidencia una vez más el hambre que por la pequeña propiedad existe en toda la República, hambre que si fuera en gran parte satisfecha redundaría en gran bien para los intereses generales. Luego, nunca se podría temer que el Estado fracasase si abordara el fraccionamiento de un latifundio y la mejor prueba de que no se abriga aquel temor es que el actual gobierno, que mira con positiva simpatía la evolución industrial de nuestra campaña, tramita ante la Asamblea un proyecto de ensayo de colonización basado en aquel princi­pio y para el cual se han destinado unos setecientos mil pesos de uno de los últimos superávit".[22]

A fines de 1909, el Ejecutivo envía un proyecto de ley sobre el fomento de la colonización: "...por primera vez se presentan entre nosotros, porque hasta ahora cada vez que se ha hablado de colonización sólo se ha pensado en el reparto de tierras fiscales (de discutida ubicación) o en la expropiación de campos de pastoreo por el Estado, para entregarlos a los colonos.
Jamás se ha pensado en fomentar la agricultura por los procedimientos naturales que son los verdaderamente racio­nales, jamás se ha formulado un plan tendiente a hacer del cultivo de la tierra una fuente de provechos y ganancias indiscutibles.
...A mejorar las condiciones de los agricultores del punto de vista tributario y del punto de vista de su situa­ción económica. Una cosa completa la otra. Reformar la ley de contribución inmobiliaria es una necesidad. No es posi­ble imponer el mismo tributo al que cultiva la tierra haciéndole producir el máximum de su rendimiento, como al que la dedica al pastoreo sin preocuparse mayormente ni del beneficio social, ni de sus propias conveniencias. Pero, no basta...
El Poder Ejecutivo anuncia que ha llegado el momento de que la acción del Banco República se haga sentir en favor de los campesinos, facilitando las operaciones de crédito de los agricultores. Es tiempo ya de que nuestro Banco de Estado haga sentir su influencia benefactora protegiendo, ayudando a los que más necesitan de su concurso económico. Los Bancos de Estado no deben ser pura y simplemente Bancos de préstamos a los ricos, a los poderosos. Su misión debe ser más amplia y sus operaciones deben extenderse a todos aquellos que siendo aptos para el trabajo, necesitan de auxilios de dinero para desenvolver mejor sus actividades".[23]

En 1910, Domingo Arena defenderá el proyecto del Ejecu­tivo: "Nadie negará entre nosotros que hace falta pobla­ción, que hace falta brazos, que nuestra producción debe diversificarse y multiplicarse con arreglo a un anhelo superior de engrandecimiento. Nadie negará tampoco que el latifundio yermo, desierto, que peculiariza nuestra propie­dad rural, es la rémora más formidable que se opone a ese aumento de población y de producción...

...No se planta nada; los prados forrajeros son raros; los bosques artificiales casi brillan por su ausencia. Cuando mucho, saliendo de ciertas zonas se planta un poco de maíz y de trigo, a la buena de dios, para tener pan durante el año y alimento abundante para las gallinas...

...Así, entre nosotros, siendo la ganadería la indus­tria fundamental, necesariamente debe auxiliarse de la agricultura lo que en esta época produce... La agricultura es una industria poblativa por excelencia, mientras que no lo es por sí sola, la industria ganadera.

He ahí uno de los fines principales del proyecto del Poder Ejecutivo, que ofrece toda clase de ventajas a la colonización particular, a la más amplia y fecunda, que pueda hacer cada propietario en su estancia, cultivando una parte de sus tierras, siquiera sea para asegurar la alimen­tación eficaz de sus ganados; y que grava esas mismas tierras con recargos de impuestos cuando se mantienen improductivas, vacías, solitarias, con perjuicio de la comunidad. Al fin y al cabo la tierra, en sí misma, no pertenece a nadie y pertenece a todos. Lo que es respeta­ble, lo que no debe gravarse, lo que corresponde al que lo realiza, es el fruto del trabajo, es la mejora del esfuer­zo, es el cultivo, es la hacienda, es el árbol, es el producto capitalizado por la labor del cerebro y del brazo. El Proyecto del Poder Ejecutivo, gravando la tierra que no produce con doble tributo inmobiliario, propende sabiamente a que en todas nuestras estancias se aplique el trabajo del hombre en una obra ampliamente reproductora, haciéndose así necesaria la inmigración que, a su vez, representa para la comunidad riqueza y progreso. El día en que solo por cada cien hectáreas de campo haya cultivadas cinco, ya habremos dado un paso gigantesco hacia nuevos y fecundos destinos".[24]

La colonización será tenida en cuenta por el gobierno;  en 1911 se pretendía emitir un empréstito de $ 500.000 con la finalidad de comprar y fraccionar tierras para la colo­nización agropecuaria. Entre sus objetivos se encuentra: "Su intención estaría limitada a ofrecer facilidades a los agricultores, y al nombramiento de una comisión de alta competencia que se encargaría de examinar la condición de las familias agrícolas destinadas a los centros de coloni­zación...

Recibirían así solución muchos de nuestros problemas rurales. Por ejemplo, el del pauperismo de los ejidos de los pueblos...  En cada centro de colonización se procura­ría efectivamente dar entrada a las familias pobres dotadas de propósitos de trabajo, a la par de las familias obreras extranjeras. Y hasta podría promoverse, bajo el halago de las facilidades territoriales, la repartición de muchos de los orientales que han ido a los países limítrofes en busca de colocaciones más permanentes y remuneradoras".[25]

Varias tentativas se han hecho, en diversas épocas en el sentido de desarrollar la colonización agrícola en el país, como un medio de alcanzar mayor aprovechamiento de las grandes zonas aptas para cultivos y que persistían todavía semiutilizadas por la explotación rudimentaria de la ganadería en forma extensiva. "Las colonias futuras serán no exclusivamente destinadas al cultivo de la tierra, que es lo único que se consideraba agricultura en nuestro empirismo criollo, sino a la verdadera agricultura que comprende la asociación racional del pastoreo y la labran­za, de la cosecha de productos vegetales por una parte y la cría y engorde de animales por otra. Deberá seguirse sim­plemente el ejemplo dado con sus éxitos de largos años por la Colonia Suiza, colonias agro-pecuarias, que cifran sus grandes resultados en la diversidad combinada de múltiples industrias".[26]

Recién sobre fines de 1912 comienza a tratarse el tema en la Cámara. Por su parte el diputado José Massera propone no dar la propiedad de la tierra sino aplicar el sistema de enfiteusis, principio georgista, siendo rechazado.
El 22 de enero de 1913 se aprueba la ley de coloniza­ción: "...la colonización agrícola mediante la vinculación del trabajador a la propiedad de la tierra que cultiva, por operaciones hipotecarias con amortizaciones hasta treinta años...".[27]

A mediados de 1913 llegan a nuestro país colonos rusos, los cuales se asentarían en el departamento de Río Negro, en el campo de San Javier de la Sucesión Espalter.

Estos inmigrantes se encontraron con algunas dificulta­des al no haber tenido facilidades en el crédito  que les permitiera adquirir en propiedad las tierras así como también debieron afrontar las exigencias de los propieta­rios poco dispuestos a vender sus tierras. El no tener en propiedad las tierras es lo que impedía, según Lubcow, representante de los colonos, que se "...establecieran  en forma definitiva  como es el deseo de todos los que hemos venido, decididos a incorporarnos a la vida del país, estando hasta dispuestos a solicitar la ciudadanía...".[28]

Sus primeros trabajos estarían destinados a arar las tierras, las cuales la dividían en cinco grupos de diez arados cada uno, de modo que se puede roturar en el menor tiempo posible la mayor extensión y así proceder rápidamen­te a la siembra.

Los cultivos preferentemente son el trigo, maíz, lino, avena, papas, hortalizas y legumbres. También ensayarían la siembra de algodón.

Otras medidas propuestas que encontraron buena recepti­vidad en otros grupos políticos:

-22 de enero de 1913 se aprueba por ley el empréstito de colonización para compra y fraccionamiento  de tierras con destino a la colonización;

-13 de junio de 1921 por ley se faculta al Banco Hipo­tecario el otorgar préstamos hasta el 85% del valor de cada lote de las operaciones de colonización; el colono corría con el 15% restante;

-10 de setiembre de 1923 se crea la sección Fomento Rural y Colonización del Banco Hipotecario;

-10 de mayo de 1929 se amplió el capital de la Sección Fomento Rural.

LAMINA Nº 7
COLONIAS RUSAS




                                                                    EL DIA. Julio, 25 de 1913.

CUADRO Nº 14
INICIATIVAS PARA EL AGRO


Objetivos de los proyectos                Convertido o no en ley                      Aplicación o no
-Empréstito de colonización              Ley del 22/I/1913                              No hubo fondos
por $ 500.000
-Recargo de 25% de la C.                  No fue ley                                          No hubo fondos
Inmobiliaria a quien no
hiciera agricultura
forrajera.
-Premios a quien colonizara               Ley 15/VII/1911 
estancias.
-Exoneración C. Inmobiliaria             No fue ley
y medios comunicación a quien
colonizara 15.000 hás.
-Faculta expropiación por                  No fue ley
particulares de 5.000 hás.
cerca de los pueblos.
-Premios a buenos reproduc-             Ley 13/X/1911                                              Se aplicó
tores y estancias productoras
de forrajes.
-Creación Inspección de                                Ley 30/X/1912                                              Se aplicó
Inmigración y Colonización.
-Elevación derechos aduaneros         Ley 4/VI/1913                                   Se aplicó
a manteca y cremas.
-Premios a mejores tambos y             No fue ley
lecherías.



Fuente- Barrán, José Pedro- Nahum, Benjamín- Batlle, los estan­cieros y el Imperio Británico. Tomo IV. Las primeras reformas 1911-1913. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo. 1983. pág. 98.

b - La Federación Rural
La formación de esta agremiación rural, que data de 1915, no es vista con malos ojos por parte de El Día: "La idea de federar todas las fuerzas rurales hace camino de día en día... sería raro encontrar un elemento rural que no acompañara el  postulado de esta reunión y donde quiera que se reúnen los meritorios pioneers  de  nuestra  campaña la palabra que  viene  a  los labios de todos es la necesi­dad de constituir la Federación Rural. No son sueños de conquista ni visiones de próximos peligros los factores que acicatean los espíritus rurales en favor de la realización de esta idea, sino un lógico pensar común que hace ver a todos la necesidad de aunar fuerzas todas, fundir todas las voluntades en una entidad poderosa que marque rumbos, riquezas madres, ... capacitada ... para conjurar los males que puedan amenazarlas ... El movimiento rural del momento presente cuenta con el invalorable apoyo de los Poderes Públicos, compenetrados de su alcance y de lo mucho que gobernantes y gobernados pueden hacer solidarizándose en una acción de conjunto ... Un esfuerzo no más y el triunfo coronará las esperanzas de todos; un esfuerzo más y la Federación Rural surgirá gigante de entre los elementos hoy dispersos, marchando con paso de triunfo entre los cánticos jubilosos de una campaña que mucho espera de ella".[29]

Si ninguna duda los proyectos de Batlle encontraron resistencia en la Federación Rural. Su objetivo al fundarse buscaba profundizar los estudios sobre la tierra, mejorar los métodos de crianza de ganado, prestigiar las industrias establecidas y fomentar otras nuevas, estimular el coopera­tivismo, gestionar el aumento de vías de comunicación. Es de destacar que entre los objetivos mencionados no se hace alusión al tema del latifundio, el cual era visto como el "gran mal" de nuestra campaña.

Sin duda el tema de la Contribución Inmobiliaria de 1915 fue un catalizador para su creación, donde el proyecto del Presidente Viera y del Ministro Pedro Cosio instrumen­taban una nueva fórmula de avalúos para la propiedad rural.

Se veía a la ganadería como el eje de la economía nacional: "El pilar en que descansa nuestra economía nacio­nal es la ganadería; sin industrias diversificadas que compensen con los mejores productos de los unos los fraca­sos de los otros, depende exclusivamente de aquélla, la prosperidad general. El país se enriquece o empobrece en movimiento isócrono con la  multiplicación de los rodeos o con el azote de las epizootias. Somos, por lo tanto acree­dores de la mayor protección y el mayor estímulo ya que sobre nuestros hombros gravita el presente y futuro de la nación...".[30]

Dejaban entrever a los poderes públicos la necesidad y aspiración de privilegiar y proteger la actividad ganadera. Se sentían castigados, víctimas de la política fiscal apli­cada por el batllismo.

No ignoraron la agricultura, ésta fue vista como una actividad subordinada a la ganadería. Su idea era alcanzar la agricultura forrajera, o la granja que combinase a ésta con la ganadería.

c - La agricultura
Desde el punto de vista económico la debemos ver como la diversificación de la producción: "Un pueblo que aspire a figurar entre las naciones civilizadas debe tratar de colocarse entre los países que elaboran una parte de su materia prima, que se cree para ella un mercado interno de importancia, que esté libre de las contingencias del merca­do exterior, y que exporte sus excedentes.

El batllismo quiere llevar al Uruguay a este rango internacional, y el medio más apropiado para ello es el de defender la producción nacional contra la competencia extranjera, que le impide su desarrollo industrial y que le extrae sus ahorros".[31]

La propaganda por la agricultura se veía como medio seguro de poblar y hacer progresar el país, así lo veía el presidente del Centro de Frutos, el señor Mario R. Pérez: "Hacer propaganda en el exterior a favor de nuestros pro­ductos en la mayor parte de los casos es perder lastimosa­mente el tiempo, porque las materias que produce el país, son tan imperiosamente exigidas por el consumo universal, que no hay ejemplo que haya en realidad sobrado una bolsa de trigo, de lino o de maíz, ni un fardo de lana, ni un solo cuero, siempre que nuestros productores no hayan sido especuladores.

El ejemplo típico, que demuestra la capacidad respecti­va de los mercados universales de consumo lo presenta la República Argentina, que inició su explotación de trigo con 20 toneladas, durante todo el año 1876, contra "dos millo­nes" de toneladas del mismo producto, exportadas en los cinco meses transcurridos del presente año.

Esto quiere decir, que nuestra producción no tiene límites en los mercados de consumo, porque su demanda es inmensamente expansiva.

Afortunadamente no precisamos abrir mercados -todos están abiertos- la producción agrícola no tiene ninguna dificultad, derivada de las condiciones impuestas por los mercados de consumo, y por lo tanto, es inútil toda propa­ganda en ese sentido y toda preocupación a ese respecto, y no sólo es inútil sino que debe considerarse perjudicial, porque desvía la atención del punto de vista, donde cons­tantemente debía estar fijada, y es, la deficiencia de nuestra producción exportable -y en efecto- es realmente asombroso que nos ocupemos de buscar mercados externos para la colocación de productos que escasamente producimos para cubrir las necesidades del consumo interno.



...toda la inmensa riqueza que se pierde en nuestro país, por falta de explotación de los subproductos de la ganadería, y la no asociación de ésta con la agricultura...".[32]

Al lograrse la asociación de la agricultura a la gana­dería, por intermedio del mejoramiento de las técnicas aplicadas hasta el momento, además de subdividir el lati­fundio, se desembocaría en un mayor desarrollo industrial.

Por otra parte el desarrollo de la agricultura tiene una consecuencia de orden social, al extender la pacifica­ción en la campaña. Eliminaría las tensiones sociales, se podría crear un grupo de pequeños y medianos propietarios, que jugarían un papel de contrapeso  a las posturas de la alta clase rural.

El latifundio se veía como un enemigo social y un freno para lograr el progreso que se necesitaba.

"El latifundio es el mayor enemigo del progreso social. El hombre rico que tiene a su disposición millares de hectáreas, no se preocupa por intensificar sus beneficios...

Además es necesario poblar nuestro territorio. Y nunca alcanzaremos esa aspiración si no marchamos a la subdivisión de la tierra que abra horizontes promisorios a los hombres de la campaña que hoy solo son, por la fuerza de las cosas, peones rurales, y despierte, al propio tiempo, el atractivo de la gente laboriosa de otras comarcas que desee venir a trabajar al Uruguay".[33]

De esta manera la agricultura tiene una doble finali­dad, bajar la desocupación y frenar el éxodo rural. Es algo más complejo el tema; así lo establecía el diputado Buero en 1915: "La agricultura en nuestro país es algo más que un problema económico, es un problema social y un problema político. La naturaleza pastoril o agraria de los países está en conexión directa con el progreso de las institucio­nes políticas. A la era pastoril, nómade e inquieta, co­rresponde, en la sucesión de los siglos, el ciclo de las revoluciones y la inestabilidad de las instituciones polí­ticas; a la era agraria, permanente y duradera, corresponde en el mismo ciclo, la estabilidad de las instituciones nacionales".[34]

La zona donde la agricultura se sentó con más fuerza, fue el sur del país. El departamento de Canelones llegaba al 55% la explotación agrícola, superando a la porción dedicada a la ganadería. Montevideo, San José, Colonia y Canelones conforman el 54,8% de las tierras agrícolas en 1908 (836.000 hás), lo que da un 4,25% de la superficie nacional.



MAPA Nº 3
EXPLOTACION AGRICOLA


En 1908 se suman Soriano, Florida y Lavalleja. Entre todos llegan a las 3/4 partes de la superficie nacional dedicada a la agricultura, el resto se lo repartían los demás departamentos.

El censo de 1908 nos permite ver la explotación agríco­la, estando 576.942 hectáreas dedicada a los cereales (trigo, maíz y cebada); las praderas artificiales y cultivo de forrajes (avena y alfalfa) ocupaban 126.000 hectáreas. Por su parte las huertas (legumbres y frutales) insumían 69.036 hectáreas, y los cultivos industriales (lino, remo­lacha y maní) 27.614 hectáreas.

 En 1911, la defensa agrícola está presentada por un proyecto por el cual se instrumentaba:

-instrucción en primer término;

-protección aduanera a los productores agrícolas y a la industria agropecuaria;

-premios a las iniciativas que se realicen en una forma que pueda servir de ejemplo en cuanto a la combinación de las mismas industrias;

-liberalización de derechos a los elementos utilizables en agricultura (arados, máquinas, etc.);

-distribución de semillas;

-defensa organizada contra las plagas;

-ampliación de los beneficios del crédito por medio de las cajas rurales.

Para lograr tal objetivo, se buscarán los instrumentos necesarios de modo que se concreten:

-creación de organismos de investigación, Facultades y luego Escuela de Agronomía y Veterinaria, Estaciones Agro­nómicas  y el Instituto Fitotécnico y Semillero Nacional "La Estanzuela".



-la Inspección de Ganadería y Agricultura, la Sanitaria Animal y la Inspección de Inmigración y Colonización.

-la Comisión Oficial de Semillas.

-el nombramiento de una Cátedra Ambulante de Agronomía.

-la Sección de Crédito Rural en el Banco de la Repúbli­ca (1912), entre sus cometidos estaba la de fomentar la creación de Cajas Rurales.

-una política proteccionista frente a la competencia de productos extranjeros.

-el aforo, tema que abordaremos por separado.

En mayo de 1911, la Asamblea General acuerda el si­guiente decreto, el cual tiene como finalidad la protección de la agricultura:

"Artículo 1: El importador que quiera introducir libre de derechos las máquinas agrícolas y repuestos de las mis­mas, se presentará a la División de Agricultura para el examen técnico de los objetos de la referencia...

Artículo 2: El que desee introducir libre de derechos semillas forrajeras con destino a sus propios cultivos, se presentará a la División de Agricultura...

Artículo 3: Los importadores que introduzcan semillas con destino a la venta solicitarán el despacho en la misma forma indicada...

Artículo 4: En los departamentos que estén habilitados para la importación, se seguirán para la introducción de semillas y maquinarias igual procedimiento...

Artículo 5: El que introduzca nafta para uso propio justificará ante la División de Agricultura su calidad de poseedor del motor agrícola a que vaya destinada dicha sustancia...".[35]

En 1917 se incentivó desde esferas del gobierno la agricultura intensiva, distribuyendo dinero, semillas, y elementos de trabajo, "...para obtener esos deseables resultados de la producción agrícola, es preciso que los poderes públicos y los capitales privados, continúen dispensando su ayuda eficaz y positiva a los colonos po­bres, que lo son en su inmensa mayoría".[36]



GRAFICO Nº 1
CANTIDAD DE ESTABLECIMIENTOS AGROPECUARIOS
POR DESTINO Y SUPERFICIE DE LOS MISMOS
(EN PORCENTAJE) AÑO 1916

Fuente- Frega, A.- Maronna, M.- Trochón, Y.- La propuesta agrícola del batllismo. Impulso y limitaciones (1911-1933). En El primer bat­llismo. Cinco enfoques polémicos. Montevideo. 1985. pág. 61.

Cuando se analiza este tema que da la impresión que para el batllismo está en la columna del debe, pero seamos obje­tivos, que muchas de las propuestas se vieron frenadas, hasta por sectores del mismo Partido Colorado. Hubo un pequeño aumento de la superficie cultivada, no se pudo diversificar la producción, siendo el trigo el que ocupó el 50% de ésta. La distribución de la tierra no sufrió grandes transformaciones. Sí un leve aumento de los volúmenes de exportación de la agricultura. 

3 - Las zonas francas
En 1894 se promulgó la ley que autorizaba al Poder Ejecutivo a proceder al estudio definitivo del puerto de Montevideo.

A principios de siglo los hechos a destacar en esta materia son:

1901- Cuestas dio por iniciadas las obras;

1904- se entregó la primera sección del muelle Maciel;

1909- inauguración del puerto;



1920- la Comisión Financiera de las Obras del Puerto de Montevideo presentó un programa de ampliaciones para ser realizado en 12 años, que incluía el Mercado de Frutas, la Dársena Fluvial, la construcción de una amplia zona franca para el comercio de tránsito con Brasil, Bolivia y Para­guay.

Uruguay veía como una necesidad la creación de un Zollverein con Brasil, para de esta manera poder evitar que su producción buscase, vía Uruguayana, el puerto de Buenos Aires.

Se reflotarán antiguos proyectos como la construcción de un puerto de aguas profundas en zonas aptas (La Paloma, La Coronilla); se lograría así quebrar el centralismo de Montevideo.

Francisco Ros entendía que al realizarse dicha obra el frente marítimo del país se habría construido definitiva­mente sobre el Océano Atlántico  siendo La Coronilla, la  metrópolis.

Los planos del puerto de la Coronilla fueron realizados por los ingenieros norteamericanos Burr y Bond. Los estu­dios dan una prueba concluyente de que en La Coronilla podía construirse  el puerto, cediendo a las exigencias cada vez mayores del comercio; un puerto marítimo capaz de recibir a los "titanes" de la flota comercial del mundo en un lugar privilegiado de las costas atlánticas y ubicado en un punto conveniente y señalado, dentro de una vasta longi­tud de riberas oceánicas que dará una fácil salida a los productos de zonas extensas y distantes. Se debería de recorrer el trayecto dilatado que media entre Santa Catali­na y Bahía Blanca para adquirir el convencimiento exacto de que las condiciones físicas de todas esas zonas reclamaban la obra portuaria de La Coronilla como una necesidad de las expansiones del intercambio, reflejando para el Uruguay una fuente de progreso creciente y sólido.

Los estudios que se realizarán y el proyecto correspon­diente fueron elevados en 1915, aunque las obras no se concretaron por considerarse elevado el presupuesto.

Anteriormente en 1906, durante la presidencia de Bat­lle, se había decidido la construcción de un puerto en La Paloma que podría servir para el embarque de ganado en pie y para depósito de mercaderías y carbón, destinados a los vapores que hacían la carrera del Pacífico.

Se plantean dos tendencias: la de un puerto de cabotaje de 4 metros de profundidad, de refugio y cargas por ahora; y la de un puerto de aguas profundas capaz de atraer el comercio de trámite del Cono Sur, con una zona franca que revivía a Paraguay y Bolivia.

Es así que en 1921, Pablo María Minelli establecía: "En la actualidad gran parte del comercio de exportación e importación de Río Grande del Sud se efectúa a través de la vía Argentina con resultado, sin duda, no siempre benefi­cioso para aquel Estado de Brasil, pues las largas distan­cias que deben recorrerse encarecen los fletes de manera extraordinaria.

Cuando el Puerto de La Paloma esté definitivamente habilitado y cuando se haya construido la línea ferroviaria que debe unir a Rocha con la red fluvial de la Laguna Merín, la zona del Este será el lugar de pasaje obligado para gran parte del comercio de tránsito que actualmente se efectúa por vías extranjeras".[37]


LAMINA Nº 8
PUERTO DE LA CORONILLA



EL DIA. Marzo, 29 de 1915.

En la primera presidencia Batlle le encargo al Ing. Eduardo de Zúñiga el estudio del régimen portuario de los EE.UU. y algunos países del viejo mundo. A su vez, en 1905, el Dr. Juan Carlos Blanco Acevedo parte  con el mismo cometido. Dichos estudios proponían la idea de establecer zonas francas en Montevideo, Colonia y Nueva Palmira. Es así que en 1908, el Dr. Juan Blanco (h) presentó el proyec­to para la creación de una zona franca en el puerto de Montevideo.

El gobierno argentino en el mismo año establece una zona franca en el puerto de La Plata. El Dr. Blanco sugería que el Uruguay y en especial el puerto de Montevideo por su posición geográfica, nos daba una mejor ubicación que los vecinos: "...Ella, en esa forma, atrae capitales y brazos, siendo un actor poderosísimo de fomento del trabajo y de riqueza orgánica. Nadie ignora, en efecto, que en esa zona, manipula se reenvasa, se mezcla, se transforma o se comple­ta el artículo que viene del extranjero, destinado a ropa, alimentación, vivienda, confort, trabajo o artes. Luego sale para proveer los mercados de consumo que comprende la zona de influencia del puerto en que está establecida dicha zona, venciendo toda competencia con el artículo importado directamente, a causa de la baratura de la industria complementaría en el recinto franco".[38] De concretarse tal iniciativa Montevideo se vería favorecida.

Se presenta en 1910 en el Senado un proyecto de zona franca para Montevideo, Nueva Palmira y Bella Unión, que­dando en el olvido; en ese tiempo el gobierno argentino establecía en Concordia una zona franca.



LAMINA Nº 9
LAS ZONAS FRANCAS
PROYECTO DE UBICACION EN MONTEVIDEO

EL DIA. Enero, 28 de 1908.



En 1915 un grupo de comerciantes mayoritarios se nu­cleaban para crear la "Liga de Defensa Comercial", que en el artículo 3 inciso A de sus estatutos establecía el compromiso de propiciar la creación de una zona dentro del perímetro de la capital como medio de abrir nuevos mercados al comercio y a la industria.

En 1922 Ricardo Cosio emprenderá una campaña por la zona franca de Colonia, destacando las ventajas de la misma. "...la zona franca de Colonia que era extraordinario que siguiendo nuestro país una política económica protec­cionista no hubiera abordado la creación de alguna zona franca en el país ya que a eso nos convida el régimen económico de nuestra tarifas. Es más, las zonas francas no son en realidad sino una consecuencia de la política pro­teccionista y eso es comprensible fácilmente. El país que cierra sus fronteras a la competencia exterior lo hace para asegurar al trabajo nacional el mercado interior teniendo en cuenta la alta finalidad que con ello se obtiene de que cada uno se baste a sí mismo. Pero la producción nacional no alcanza nunca a satisfacer el consumo, señalando, según los países, las deficiencias o el exceso que los hace acudir a otras fuentes de producción para completar el abastecimiento nacional. Por otra parte, como el trabajo industrial y mercantil -decía la Cámara de Comercio de Barcelona cuando empezaba a pugnarse allí por una zona franca- es la transformación y el transporte de los produc­tos, aumenta la riqueza de los pueblos, dándoles no poca superioridad sobre los países puramente agrícolas, que apelan a toda clase de recursos para ensanchar la esfera de esas actividades y de la producción. De ahí la guerra de tarifas, las admisiones temporales, las primas a la expor­tación y a la navegación, las zonas francas, los entrepots, y todas las demás medidas encaminadas al fomento de las industrias y del comercio.

Nosotros, por nuestra parte, damos mercado a la produc­ción del país, sin preocuparnos fuera de eso, gran cosa, en ensanchar esa órbita en que el trabajo se desarrolla ac­tualmente, y sin darnos cuenta de que no es lo que nosotros practicamos solamente lo que da carácter al régimen proteccionista por el cual vamos, y vamos triunfando.

Esta cuestión del proteccionismo de nuestra tarifas nos ha llevado a establecer de paso las dos clases de operacio­nes que deben permitirse dentro de la zona neutral: manipu­lación y embarque libre de las materias extranjeras y operaciones comerciales e industriales, éstas a realizarse sin limitación y cierto contralor para el establecimiento de industrias que elaboran materia primas".[39]

Es así que se llegó en 1923, a la aprobación y la habi­litación de zonas francas en Colonia, Nueva Palmira y Bella Unión. En ellas se permitía la transformación y fracciona­miento de materia prima importada libre de todo impuesto, con la intención de aumentar el comercio de tránsito y el desarrollo industrial. En 1925 se comenzarán las obras en Colonia: "La colocación de la piedra fundamental del Puerto y de la Zona Franca no puede ser considerado como un hecho corriente, que da lugar a ceremonias consagratorias de carácter local. No. Tiene un significado mucho más elevado. Significa el resurgimiento, por obra del progreso, de la prosperidad que otrora hiciera famosa, en América, a la Colonia del Sacramento...".[40]

A fines de 1928 fueron habilitados por decreto los puertos francos de Colonia y Nueva Palmira.

4 - La política fiscal
En este aspecto podemos ver la preocupación del bat­llismo por tratar de lograr un equilibrio social, que habrá de buscarse con una fuerte racionalización del sistema para lograr el necesario balance para proteger a los más débi­les. Esa herramienta estuvo en el impuesto, que era enten­dido, además, como el mecanismo para recaudar dinero y vol­carlo en obras de justicia social y de promoción para el desarrollo del país.

Este proceso tributario que se procesará en el Uruguay de principios de siglo no es nuevo en el mundo, ya se venía concretando desde fines del siglo pasado en países como Gran Bretaña, Alemania, Francia y EE.UU.

El llevar adelante esta política fiscal se vio motivado por:

-la situación del Uruguay de principios de siglo. Las fricciones con Argentina referente a la jurisdicción de las aguas del Río de la Plata, esto llevo a los gobiernos de turno entre 1909 y 1910 a las primeras compras de cruceros. Por otro lado el latente y posible levantamiento de los nacionalistas, por lo menos hasta 1913, impulsó a los gobiernos al fortalecimiento del ejército. En 10 años se llegó a duplicar el número de sus integrantes y modernizar su armamento;

-las nuevas funciones que adopta el Estado -económicas, sociales, culturales, educacionales;

-otro de los factores tomado como herramienta  tanto para el cambio social como el económico, es el hecho que la riqueza estuviera en pocas personas. Se debía de realizar una redistribución de la misma,  contemplando una mayor justicia  y velando por las clases más desamparadas.

La instrumentación de la política fiscal en el batllis­mo está basado en el georgismo. La misma tenía como objeti­vo: "Hemos dicho y repetido que somos partidarios de la supresión de los impuestos al trabajo...

Pero no podemos exclamar como lo hacen los diarios oribistas y como lo ha hecho recientemente La Razón, si­guiendo a éste: "¡No más impuestos!" Tal exclamación denota que no se sabe lo que es el impuesto. Exclaman "no más impuestos" es lo mismo que exclamar "no más progreso".



No hay progreso sin impuestos. Día a día el crecimiento de las poblaciones y las conquistas de la ciencia señalan la necesidad o conveniencia de mejorar las condiciones de la vida. Pero esta mejoría no puede efectuarse sin trabajo que es necesario remunerar, remuneración cuyo importe no se puede cubrir sino con dinero, dinero que no se puede obte­ner sino por medio del impuesto.

El impuesto es un bien. Es la agrupación de los hombres para realizar obras necesarias o útiles y mejorar las condiciones de la vida, que aisladamente no podría llevar a cabo...".[41]

El tema de los impuestos siempre tendrá su polémica, el gobierno entenderá una cosa y la oposición verá otra. En 1927 en el Consejo Nacional de Administración se estable­cía: "Dijo el Dr. Herrera que el Dr. Hugo Antuña, hombre de pensamiento y parlamentario distinguido, acababa de plan­tear, en acto público, un asunto de tanta importancia y de tanta actividad como era la reforma juiciosa del régimen tributario en vigencia. -La creación de impuestos a través de los años, ha sido dispersa y demasiado dispersa.- Hay diez impuestos territoriales de origen nacional; hay más de diez de carácter municipal; hay más de veinte impuestos directos. -Estos datos numéricos bastan para convencer del desorden y de la contradicción reinante en la materia y de la urgente necesidad de proceder a una reforma de fondo, de acuerdo a un plan racional. -Habría que reducir las cargas tributarias y repartirlas con más equidad. -En este senti­do, propone el Dr. Antuña la creación, como sustitutiva, del impuesto a la renta que ya ha proyectado el Dr. Martín C. Martínez. Se trata de una iniciativa interesante del autorizado conferencista sobre la cual llama la atención del Ministerio, pues es evidente que hay urgencia en dar carácter orgánico y razonable al sistema tributario. El Ministro (Dr. Pablo María Minelli) manifestó que había leído con especial interés el proyecto y los comentarios del propio Dr. Antuña y también se mostró partidario de una revisión total del sistema impositivo, a realizar oportuna­mente. Agregó que el Dr. Antuña propone -la creación del impuesto a la renta lo que, a su juicio, es equivocado, por cuanto dicho sistema tributario sería de perjudicial apli­cación en el país, toda vez que tiende a gravar el trabajo, cuando el Estado debe encaminar su política en el sentido de fomentar la producción y proporcionar las mayores faci­lidades posibles a los trabajadores. Hizo una exposición sintética sobre la diferencia de ambiente para dicho régi­men entre nuestro medio y de los países europeos donde se aplica, analizando los diversos factores que en éstos lo hacen viable como ser en primer término su distinta organi­zación económica. Sostuvo que en lugar del referido impues­to debieran aplicarse gravámenes de ausentismo a los artí­culos del consumo indeseable, a los nocivos para la salud como el tabaco, etc. a los de carácter suntuario, y a los que se importan, similares a los de fabricación nacional como así mismo a las herencias. Manifestó que en esta materia no debían tomarse como ejemplo, según lo dijo ya, los sistemas de las naciones, europeas, por cuanto nuestra economía y capacidad productiva son completamente distin­tas, y terminó señalando los perjuicios que se ocasionarían con la implantación del impuesto a la renta, pues nuestros economistas deben partir de la base de que el Estado ha de propender a que cada hombre, cualesquiera sean las activi­dades a que se les consagre, debe ser un factor de creación de la mayor riqueza posible. Observó luego, el Dr. Herrera que su propósito se había limitado a subrayar la iniciativa parlamentaria del Dr. Antuña, sin adelantar opinión defini­tiva sobre cual sería el procedimiento mejor para abordar la reforma del impuesto, en la actualidad muy desordenado, excesivo y mal distribuido. Desde luego, consideraba que el impuesto a la renta ofrecía aspectos muy interesantes y de justicia social, por cuanto se repartía proporcionalmente al caudal de cada uno, y gravitando con mayor peso sobre las clases más ricas de la sociedad. Es pues, un gravamen esencialmente democrático, conque se da en armonía con el rendimiento y correspondiendo, en consecuencia, más a los que más tienen; siendo muy justo que las grandes fortunas concurran, en primera línea, al fomento del tesoro público. Insiste en la oportunidad de proyecto del doctor Martínez cuya autoridad y experiencia aseguran el sentido práctico y cordura de su proyecto. Por su parte el señor Presidente Batlle y Ordóñez subrayó, concordando con el Ministro, que el impuesto a la renta no alcanza solo a los ricos, como se pretende, sino también a los trabajadores entre los cuales existe una clase numerosa de pequeños productores e indus­triales que obtienen beneficios de acuerdo con sus escasos capitales y que por lo tanto la aplicación de esos graváme­nes perturbaría el equilibrio de su situación económica".[42]

a - Contribución inmobiliaria
Este aspecto era una deuda del siglo pasado, el que la legislación había favorecido a los ganaderos, porque éstos pagaban entre 6 y 7 veces menos que los agricultores de las tierras del Sur. Además por diferentes mecanismos los estancieros lograban trabar y obstruir todos los intentos de elevar los aforos.
Ya en el primer año se nota la preocupación de Batlle sobre la contribución inmobiliaria, aumentando los aforos establecidos en algunos departamentos, con arreglo a un método más equitativo. "El proyecto no era fundado por el simple deseo de hacer mayores los recursos del Estado. Se basaba en un estudio prolijo y completo, en datos ciertos obtenidos de fuentes de rigurosa verdad, y en claros gua­rismos estadísticos...

...Pero también es verdad que las necesidades públicas crecen, que las obras de vialidad son cada vez con más urgencia requeridas, y que si bien el gobierno dispondrá del millón de pesos autorizados primitivamente para gastos de guerra, esa suma será apenas bastante para ejecutar algunos trabajos considerados como indispensables. Y esto no basta. ¿Con qué se cuenta en efecto para completar eficazmente esas obras? ¿Con qué se atiende al gasto perma­nente de conservarlas? Es indudable que esta última necesi­dad trae como correlativa la necesidad de recursos esta­bles, anuales, que, a medida que las citadas obras se desarrollen, serán más exigidos. Por otra parte, vemos todos los días que los departamentos contraen empréstitos, que los vecinos se cotizan a voluntad con gruesas sumas de dinero para la ejecución de aquellos trabajos que la viali­dad exige premiosamente. ¿No es más racional que la cuota voluntaria, arbitraria de los propietarios, el pago de más alto impuesto, a proporción del valor de sus bienes? ¿No vendrán a valorizar a éstos las obras a efectuarse, y a beneficiarlos en consecuencia de una manera directa?"[43]

Se pretendió darle al impuesto  un carácter igualita­rio, tratando de fijarlo en lo posible sobre el valor real de la propiedad afectada. El tema se divide en dos, por un lado el interior y por el otro la capital. "Pues, la salu­dable reforma que se ha llevado a la práctica en la Contri­bución Inmobiliaria de la Campaña la acaba de iniciar el gobierno, aunque de una manera parcial, por falta material de tiempo, para el respectivo impuesto, que han de pagar las propiedades del departamento de la Capital. El Gobierno desea, tanto para aumentar el poder rentístico de la nación como para conseguir que los gravámenes se distribuyan de una manera equitativa, que cada propietario de Montevideo pague la Contribución Inmobiliaria con arreglo al verdadero valor de lo que posee y no en la forma empírica que lo ha hecho hasta ahora, y para ese fin ha dispuesto el empadro­namiento de todas las propiedades o sea el examen minucioso y la avaluación correspondiente de cada una de ellas, llevados a cabo por una comisión especial que ofrece plenas garantías de competencia, para establecer en cada caso el aforo real sobre el cual debe recaer el impuesto".[44] El empadronamiento propuesto no llega a ser un catastro, es una operación que se acerca bastante a ella: "...Las pro­piedades no sólo se miden una a una y se avalúan científi­camente, sino que se levantan de todas ellas los respecti­vos planos, de manera que uno de los resultados inmediatos del empadronamiento será el conocimiento exacto del número de propiedades que hay en cada manzana, en cada sección, en toda la capital...

...y gracias al empadronamiento en marcha no sólo pagarán el impuesto todos los propietarios, sino que cada uno de ellos pagará por lo que precisamente debe pagar. Y no se crea que la obra del gobierno dará siempre por resul­tado un aumento en el impuesto. En muchos casos la obra del empadronamiento se traducirá en un alivio para contribuyen­tes injustamente recargados.

...El gobierno lo único que desea es que no se de fraude al Fisco. Su mente es que nadie pague sino con arreglo a lo que realmente tiene".[45]

En su segunda presidencia Batlle será más enérgico en este tema.

El Ministro Serrato elaborará un proyecto de ley para atender la injusticia sobre el valor de la propiedad: "...establece que los propietarios tendrán derecho de reclamar dentro de un término prudencial de los aforos que haga la Oficina de Avaluaciones.

Si consideran bajos esos aforos deben apresurarse a manifestarlo así antes del pago de la contribución inmobi­liaria. De lo contrario, se presumirá que consienten dichos aforos, que los consideran razonables, que los estiman como representativos del valor real de los bienes de sus propie­dades, y esta presentación del legislador tiene un serio fundamento; no se puede suponer que los propietarios acep­ten a sabiendas aforos bajos para no pagar las contribucio­nes que verdaderamente están obligados a entregar al tesoro nacional...

La justicia del principio que inspira el proyecto del Poder Ejecutivo no puede discutirse. Es absurdo que una propiedad pueda tener dos valores: uno extraordinario, enormísimo para el caso en que el Estado la necesite para destinarla a algún fin de utilidad general; y otro insigni­ficante para el pago de la contribución inmobiliaria.

...se estafa al Estado en los casos de expropiación y se burlan descaradamente las disposiciones de las leyes de impuestos.

Es forzoso reconocer que en la actualidad no son los propietarios los únicos culpables de lo que ocurre. El mal tiene su origen en la ley, y sobre todo en el avalúo por zonas. El proyecto del Ejecutivo resuelve fácilmente esta dificultad suprimiendo el avalúo por zonas y estableciendo el aforo individual de cada propiedad. Cada propietario determinará, entonces, cada vez que pague la contribución territorial, cuál es el valor que atribuye a su propiedad, sabiendo que el Estado tiene el derecho de adquirirla por el valor expresado más una bonificación acordada por moti­vos de equidad...".[46]

La propuesta del Ejecutivo pretendía establecer un solo impuesto de los tres que regían en la propiedad rural: estaba el 6 y 1/2 por mil de contribución general, el 1/2 por mil para servicios de empréstito de vialidad y obras públicas y 1/2 por mil para fondos de defensa agrícola.

En 1914 la Comisión de Hacienda de la Cámara de Repre­sentante expresa respecto al proyecto del Ejecutivo sobre Contribución Inmobiliaria para 1914-15, que se apreciaba un cambio en la base del impuesto, radicándolo exclusivamente sobre el valor de la tierra y desgravando por completo, en consecuencia, las construcciones y mejoras. "En su origen, la propiedad privada de la tierra no fue evidentemente más que una usurpación, que ni siquiera tuvo en su favor la teoría del primer ocupante ni la atención del trabajo, que es la justificación de todo capital... Es presumible, en efecto, que el primer desbrozador del suelo no fue hombre, sino una tribu, o cuando menos, un grupo de familias. Andando el tiempo vino la usurpación, fundada acaso en motivos religiosos y sancionados más tarde por la ley roma­na, por esa misma bárbara ley que daba derechos de vida o muerte sobre los hijos. De esa usurpación que vino a ser el talón de Aquiles del imperio romano, destrozado más que por los Hunos y los Francos por el latifundio y la despoblación de sus campiñas, han derivado incalculables males para el hombre, esclavo en los tiempos antiguos, siervo de la gleba en los tiempos medios, y acaso más que siervo en los tiem­pos actuales, obligado como está a regar con su sudor una tierra que no es suya y cuyos frutos tampoco le pertenece­rán, pues irán a enriquecer incesantemente el patrimonio de un señor ocioso e implacable...

Pero no está en nuestro propósito el considerar aquí la mayor o menor legitimidad del derecho de propiedad de la tierra, consagrado por las leyes y que es un hecho hoy por hoy indiscutible, pues si injusticia existe en el acapara­miento del suelo por unos pocos, injusticia y grave sería, no del punto de vista de las ideas puras, pero sí del punto de vista del derecho, todo lo que tendiera a arrebatarle a los poseedores actuales un bien legalmente adquirido y que representa una suma indudable del trabajo...".[47]

Por intermedio de dicho impuesto se buscaba ir más allá de una justicia social: "...tiene más vastas proyecciones, esto que va a herir en pleno corazón al latifundio, que es un mal de todas las épocas, que es un mal esencialmente moderno, y que era, en nuestro país, una desgracia hasta ahora irreparable. El desgravamen de la tierra tiende, con otras causas, en efecto, a concentrar, esta última en pocas y afortunadas manos, procesos que se efectúa inevitablemen­te en todas partes; que se ha operado con éxito conocido en Inglaterra [George]...

Ahora bien: el latifundio que es ociosidad, lujo y placer de los terratenientes, es despoblación para las naciones y miseria y hambre para el suelo, porque substrae al cultivo, aun dentro de los países de población más densa, inmensa extensiones de territorios y porque sustrae del trabajo de la tierra a la mayoría de los propietarios, limitados a ese innoble usufructo de la renta, que hoy constituye el único privilegio dentro de las democracias modernas...


Es elemental que un impuesto que caiga con el mismo rigor sobre la tierra inculta que sobre la tierra cultivada (entiéndase bien, sobre el valor de la tierra y no sobre los cultivos, sobre los olivares, sobre los viñedos), producirá este primer resultado: obligará a los propieta­rios de terrenos baldíos a cultivarlos o a enajenarlos, con lo cual se producirá un aumento apreciable en  la oferta y una disminución en los arriendos que paga el agricultor; el parcelamiento de los grandes fundos entregará grandes extensiones al cultivo y, por consiguiente, a la produc­ción, con el abaratamiento consiguiente en las subsisten­cias, y un aumento general de riqueza, que no irá a parar íntegramente, esta vez, a las arcas insaciables de los terratenientes...

...el nuevo impuesto favorecerá, sin duda, al capital reproductivo que busca emplearse, que se atarea para multi­plicar  sus utilidades, hermoseando, de paso, a la ciudad con suntuosas construcciones. ¿Y acaso no conviene estimu­lar al capitalismo, poco emprendedor y perezoso, que hoy se satisface con las fáciles ganancias de la especulación o el arrendamiento, a emplearse en la tierra, y sobre todo en la construcción de edificios?".[48]

Meses antes el órgano de prensa El Socialista estable­cía: "El gobierno se ha decidido por fin a implantar el impuesto inmobiliario de la capital en la forma que el diputado socialista vino preconizando constantemente duran­te los tres años de su actuación parlamentaria.

Una diferencia tenía ese proyecto con el que ahora está siendo motivo de tantos comentarios. El impuesto en vez de ser proporcional, era progresivo, y en vez de representar un producido equivalente al de la actual contribución, constituirá un ingreso muchísimo mayor para que el Estado quedase en condiciones de suprimir o reducir los impuestos a los consumos.

Es injusto que el propietario sin iniciativa disfrute, por la valorización de su predio abandonado, del progreso a que contribuyen los otros propietarios progresistas, que invierten sus capitales en edificaciones y mejoras...

Somos partidarios de la nueva forma de contribución. Nuestro partido por boca de su representante en la Cámara y en su plataforma electoral, ha proclamado antes que nadie en el país la necesidad de esa reforma.

Pero reprochamos al Proyecto del Poder Ejecutivo la tasa proporcional, en vez de la escala progresiva, y la obstinación de no querer hacer de este impuesto un sustitu­tivo de los que gravan el estómago y el músculo de los productores.

También somos la primera agrupación política que recla­ma el impuesto al incremento del valor del suelo".[49]

"Nunca hubiéramos imaginado que fuera necesario venti­lar desde el estadio de la prensa la cuestión de la propie­dad privada de la tierra, ya que, a pesar de su trascenden­tal importancia, no ha logrado cobrar un interés inmediato, ni aún ante las prédicas fogosas de quienes, guiados sin duda por un propósito altruista, desean concluir, a todo trance, con lo que George llamara "la gran iniquidad"...

Los colectivistas agrarios, y entre ellos los devotos del pensador americano, incurren en descomunal incongruen­cia. Lidiar contra la "gran iniquidad", pero a fin de librar de ella al género humano no titubean en sancionar iniquidades mayores. El despojo que implica la sustitución de los actuales terratenientes por el Estado, mediante la confiscación de la renta...

...El impuesto único sobre la tierra, sobre todo si se llega a él por una elevación lenta y progresiva de las tasas actuales, nos conducirá, fatalmente y sin tropiezos, a la solución que se ambiciona...".[50]

Por su parte la minoría presentará en la Cámara un proyecto sobre este problema: "...Hay que dejar las cosas como están; no hay que reformar nada; hay que dejar a los pobladores rurales entregados a las más primitivas e infe­cundas despreocupaciones del interés nacional; hay que conservar la integridad del latifundio despoblado e impro­ductivo; no se puede suprimir la estancia de corte tradi­cional porque el país es ganadero, los ganados necesitan espacio para pastar y recrearse y no hay nada que pueda sustituir la delicia de ese estado de cosas; nuestra tierra es inapropiada para el cultivo, para la agricultura, para las plantaciones, a diferencias de la tierra argentina, feraz y rica en producción; la ganadería progresa y eso basta; no hay otro problema por resolver: cerremos las escuelas, el Instituto de Agronomía, las estaciones agronó­micas, las oficinas de defensa agrícola, todo lo que puede representar un estímulo al estudio; el profesionalismo técnico aplicado a los medios de producción rural; no castiguemos con una distribución equitativa del impuesto a los que se cruzan de brazos esperando que la valorización automática les redondeé fortunas caídas del cielo. Disminu­yamos los derechos aduaneros y los impuestos a los consumos y dejemos de lado, por modernistas, el tributo al valor territorial que crea el esfuerzo común, no el esfuerzo de los propietarios, y habremos realizado el ideal de las finanzas con gran satisfacción de los latifundistas, que se horripilan de las nuevas orientaciones económicas liberado­ras y justicieras".[51]

En el siguiente gráfico podemos observar la evolución de la contribución inmobiliaria tanto en Montevideo como en el Interior del país entre 1902 y 1916.






GRAFICO Nº 2
EVOLUCION DE LA CONTRIBUCION INMOBILIARIA
1902-1916


La misma Comisión presenta un resumen comparativo de ambos sistemas:

CUADRO Nº 15
RESUMEN COMPARATIVO DE AMBOS SISTEMAS



-Es una técnica complicada por las dificultades evidentes que ofrece la avaluación de las mejoras y los inconvenientes de la percepción.


-Es de una técnica sencilla, pues aparte de que la tasa es igual para todos, no ofrece dificultades para la avaluación y percepción.



-Es de una injusticia evidente, pues no persigue al capital ocioso, y grava, en cambio, al capital que se emplea.


-Tiende a un ideal de justicia, al gravar al capital y al liberar, en forma progresiva, al capital activo.


-Grava más al propietario cuanto más costosas son las mejoras que realiza.


-Grava menos al propietario cuanto más y mejor edifica.



-Persigue de una manera empírica un fin puramente fiscal: el de allegar recursos al Estado.


-Persigue un fin eminentemente social, sin olvidar las exigencias fiscales.


-Es anticientífico, pues presciende de la equidad en la distribución de las cargas.


-Es científico, porque realiza una perfecta igualdad y una perfecta distribución de cargas.


-Es poco flexible, pues si se le quiere acomodar a la capacidad económica del contribuyente, produce males irreparables.


-Es de gran flexibilidad, puesto que puede seguir sin perjuicio, el desarrollo del valor territorial.


-Tiene evidente repercusión, pues al gravar las construcciones, grava al locatario.



-No tiene repercusión posible, ni para el inquilino ni para el arrendatario rural. Grava solamente a quien se quiere que grave.



-Desmoraliza al capital, de suyo lento y poco emprendedor entre nosotros.



-Obra como un poderos estímulo sobre el capitalismo, animándolo a emplearse en mejorar la tierra, con todas las ventajas inherentes.




-Encarece los alquileres al encarecer la tierra y al gravar las mejoras.


-Abarata los alquileres al abaratar la tierra y desgravar las mejoras.


-Es un factor importantísimo en la carestía de la subsistencia.



-Actuará poderosamente en el sentido de abaratar la vida al abaratar los alquileres y aumentar la producción.



-Es una rémora a la producción.



-Es un acicate a la producción, que hace fácil la vida y aumenta la riqueza.


-Estimula la especulación y valoriza la tierra de modo artificial.





-Pone un límite a la especulación, sin obstaculizar el crecimiento razonable y natural del valor de la tierra.
-Es un obstáculo al aumento de la población, que es en nuestro país el problema de los problemas.


-Es un poblador por excelencia.






-Conduce fatalmente a la temible cuestión de la propiedad colectiva de la tierra.



-Solucionar indirectamente, sin herir interés adquirido, la cuestión de la socialización de la tierra.



-No Solucionar ninguna cuestión social.



-Resuelve la cuestión social en muchos de sus más graves aspectos.





-Abandona casi a la sola acción del Estado el embellecimiento de la Capital, que es, por nuestra situación topográfica, un modo de industria colectiva.



-Haría que el esfuerzo individual compita con el del Estado, en la obra de embellecimiento de la Capital de la República.



-Al gravar las construcciones, obliga a las clases no poseedoras a pagar por partida doble el valor de la tierra.




-Realiza un acto de suprema justicia al tomar para la comunidad, una pequeña parte del valor que adquiere la tierra por la capitalización de la renta u sin esfuerzo ninguno por parte del que la posee.



-Tiene a mantener en las puertas mismas de la Capital los latifundios, con todas sus consecuencias de estancamiento y escasez de producción.




-Tiende a solucionar las crisis y evitarlas a reducirlas en sus efectos para lo sucesivo.








-Tiende a la conservación en los barrios centrales, de edificios vetustos, que dan excelente renta, pero imprimen un marco carácter de fealdad a la parte de la ciudad llamada “Ciudad Vieja”.




-Destruye los latifundios y abre con el nuevas perspectivas a la agricultura intensiva que abarata la vida y aumenta en forma prodigiosa la producción.




-Deja a la acción del tiempo y del capricho la obra, ya necesaria, de levantar la altura de los edificios.



-Estimula la reconstrucción que transforma y embellece.




-Al mantener indivisa la gran propiedad territorial, aleja la agricultura hacia regiones menos favorables por los medios de comunicación y la baratura de los transportes, lo que da por resultado el hecho bien conocido de que sea necesario importar a la Capital fruta y hortalizas que produce el país con facilidad y en abundancia.



-Será un factor decisivo en el sentido de intensificar la población urbana aumentando el número de pisos y la altura de las construcciones.


-Aparta al propietario del cultivo de sus tierras, con lo cual desaparece el concepto de utilidad, único fundamento serio, según S. Smill, de la propiedad privada de al tierra.



-Tiende a aproximar al propietario a sus tierras, estimulándole a trabajarlas personalmente, enajenándolas a quien pueda trabajarlas.



Fuente: D.S.C.R. Tomo 231. Junio, 3 de 1914. Págs. 136-137.

Si analizamos los números podemos afirmar el crecimien­to de recaudación por este impuesto desde 1903 hasta 1915, en un 132%.

CUADRO Nº 16
LA CONTRIBUCION INMOBILIARIA RURAL

Años    C.Inmobiliaria    Indice   T. de Rentas Indice
1902-3      2068            100      19292        100
1903-4      2023             98      18019         93
1904-5      2505            121      17342         90
1905-6      2690            130      20721        107


1906-7      2730            132      21727        113
1907-8      2741            133      22673        117
1908-9      2818            136      23608        122
1909-10     2887            140      25441        131
1910-11     2979            144      26230        136
1911-12     4312            208      29174        151
1912-13     4542            220      31808        165
1913-14     4713            228      28193        146
1914-15     4805            232      22783        119
1915-16     4405            213      26927        140
1916-17     4151            201      25468        132

Fuente: Anuario Estadístico.


CUADRO Nº 17
LA CONTRIBUCION INMOBILIARIA DE LA CAPITAL

    Años    C.Inmobiliaria    Indice   T. de Rentas
            1902-3       876            100      19292       
             1903-4       887            100      18019        
             1904-5       916            105      17342        
            1905-6       962            110      20721       
            1906-7       988            113      21727       
            1907-8                               22673       
            1908-9      1094            125      23608        
            1909-10     1144            131      25441       
            1910-11     1243            142      26230       
            1911-12     1564            176      29174       
            1912-13     1804            206      31808       
            1913-14     1999            228      28193       
            1914-15     2164            270      22783       
            1915-16     2081            237      26927       
            1916-17     2138            244      25468       

Fuente: Anuario Estadístico.

"Desde hace cuarenta años el impuesto inmobiliario de campaña se percibe, exclusivamente, sobre el valor de la tierra con prescindencia absoluta de las mejoras que con­tenga y que quedan libres de gravamen.

El objetivo de esta disposición no es otro que el contribuir al progreso rural estimulando a los propietarios a construir viviendas higiénicas, a fomentar la agricultu­ra, a invertir sus ahorros en maquinarias, alambrados, instalaciones, etc., que aumenten, en resumen, la capacidad productiva de sus tierras.



De acuerdo con este régimen pagaban el mismo impuesto los inmuebles extraordinariamente mejorados de Aarón Ancho­rena en Colonia, de Antonio Lussich en Maldonado o la Granja Modelo de Vicente Silva en San José, que las tierras destinadas simplemente al pastoreo que no hubiesen sido beneficiadas en forma alguna por el capital o por el es­fuerzo del propietario...

El Presidente Batlle y Ordóñez creyó que debía aplicar­se a la propiedad urbana el mismo criterio que regía para la campaña, es decir, de gravar con el impuesto sólo la tierra y exonerar de todo gravamen a las mejoras que contu­viera; y, al efecto, así lo propuso el 18 de marzo de 1914 a la Cámara, en un proyecto que lleva la firma del Ministro don Pedro Cosio, diciendo en el mensaje respectivo que: "El régimen actual, originado en el ejemplo de otros países de organización más antigua, -régimen cuyo fundamento es la imposición global sobre la propiedad inmueble- implica una injustificable contradicción entre los fines económicos y entre los propósitos sociales generalmente exteriorizados y la acción fiscal ejercida por medio del impuesto. En  efecto, se desea que la tierra se explote, se cultive; pero como para cualquier industria agrícola se requiere instala­ciones que representan importantes valores, se amenaza a éstas con el impuesto en cuanto se materialicen en forma de mejoras sobre el terreno. Se quiere que los capitalistas construyan núcleos de casas higiénicas para alquilar a bajos precios a los obreros, pero al mismo tiempo se les impone un fuerte tributo sobre el capital que inviertan para realizar ese ideal. Se desea que los propietarios hermoseen las grandes avenidas con edificios de mérito arquitectónico o con casas de gran altura, pero al propio tiempo se les detiene con el criterio fiscal de exigirles tanto mayor tributo cuanto más sea lo que destinen a dar importancia y realce a la construcción urbana. En cambio se protesta unánimemente contra esos edificios vetustos, cha­tos, ubicados en situaciones privilegiadas de la ciudad, que se eternizan en mérito a la renta fabulosa que producen los alquileres en relación al valor de la obra, pero el im­puesto se convierte para ella en regresivo, como si se quisiera estimular la permanencia inalterable de esas rémoras del progreso".[52]

b - Impuesto progresivo
Apunta a una justicia social: "...el principio del impuesto progresivo, porque no puede menos que aceptarlo, porque es un principio que constituye ya hoy el a. b. c. de la ciencia económica, después de haberlo limitado durante mucho tiempo; pero si lo acepta quiere por todos los medios a su alcance limitar la eficacia de su aplicación, y redu­cirlo en la ley a su más mínima expresión.

Se reconoce que no es justo que si el individuo  que tiene una renta de cien pesos paga un impuesto de diez pesos, el que tiene una renta de mil pesos pague cien, que tal es el principio del impuesto estrictamente proporcio­nal; se reconoce que sacándole diez pesos al individuo que gana cien, se le perjudica mucho más que sacándole cien al individuo que gana mil; se reconoce que los diez pesos que se sacan al primero es pan que se quita a la alimentación de su familia mientras que los cien pesos que se sacan al segundo en nada obstaculizan su bienestar y su felicidad pues le queda todavía una cantidad suficiente para satisfa­cer todas sus necesidades, todos sus placeres, pudiendo aun reservar cantidades importantes para formar su fondo de ahorro; se reconoce todo eso, se reconoce toda la injusti­cia de la proporcionalidad del impuesto, pero se quiere que el principio del impuesto progresivo se aplique con la mayor mesura y no con toda la amplitud con que debe ser aplicado tratándose sobre todo como se trata de imponerlo a las herencias y no a la renta o a la riqueza territorial. Es que entre nosotros y también en muchas partes, los principios de verdadera justicia social, de ecuanimidad y equidad no han penetrado lo bastante la gruesa corteza conservadora; tenemos el espíritu incrustado en el viejo molde heredado de la época medieval; por eso ciertas verdades pueden parecer todavía ideas subversivas, destruc­toras del orden social, actualmente establecido, al que se toma como tipo ideal ya definitivamente cristalizado, cuando en realidad no es más que una forma en evolución y sujeta por lo tanto a sufrir muchos cambios, integraciones y descomposiciones, que han de llevarla poco a poco a un estado de mayor perfeccionamiento y de mayor consolidación".[53]

En 1905 Gabriel Terra presenta un proyecto de ley para gravar con impuestos las herencias y donaciones. Tres años después se le realizarán algunas modificaciones: "Se trata de una reforma importantísima destinada en su principio a asentar sobre nuevas bases una contribución que reposaba antes en mucho sobre lo arbitrario y lo injusto; y en su finalidad a obtener nuevos y más fecundos recursos para el tesoro de la instrucción primaria.

El principio y el objeto de esa reforma son pues de los más atrayentes y justificados. Por una parte se tiende a restablecer la equidad en el impuesto, por otra a dotar de nuevos recursos a uno de los servicios del Estado más importantes, más trascendentales -si no al más trascenden­tal de todos por sus consecuencias finales- como es la causa de la educación popular".[54] Con la reforma propuesta  por la Cámara de Representante se realizaba el primer intento de ensayo de impuesto verdaderamente progresivo, gravándose cada monto sucesorio según su capital, desde los menores de mil pesos exentos de impuestos, y los que llegan de mil a diez mil gravados con 1%, hasta los mayores de doscientos cincuenta mil a los que se imponen cuotas  que oscilan entre 3 y 1/2% y 13 y 1/2% según se trate de des­cendientes directos o colaterales hasta más allá del 4º grado.



c - Impuesto proporcional
Al crearse las Intendencia se tuvo que contemplar la situación en la cual se estaba llevando a cabo el cobro de los impuestos.

En 1909 una de las primeras tareas a que debería de hacer frente el nuevo Intendente de Montevideo, es la revisión de los impuestos municipales. Se buscaba que fueran proporcionales: "...Tal como se pagan hoy aquellos impuestos, no solo producen poco, sino que arriban a con­clusiones irritantes e injustas. Esa injusticia trató de remediarla en gran parte el señor Fermín Silveira con su proyecto de unificación de impuestos municipales, en el cual se rendía serio tributo al principio de la proporcio­nalidad, gravando más al que posee más y por consiguiente usufructúa mayor cantidad de servicios. Pero desgraciada­mente el proyecto no ha sido transformado en ley, de ahí que no haya sido posible ensayar siquiera disposiciones que podrían tener sus defectos como todas las cosas nuevas, pero que indudablemente nos encaminaban por la verdadera senda en que han de encauzarse al fin los impuestos munici­pales".[55]

Por su parte Daniel Muñoz entendía el impuesto propor­cional de otra forma: "...cada propietario contribuye a costear los servicios del municipio, teniendo en cuenta los metros lineales que su propiedad ocupara sobre la calle".[56] De esta forma se podría evitar que grandes predios urbanos paguen impuestos, si no iguales por lo menos parecidos a los que pagan las viviendas más modestas.

d - Impuesto al ausentismo
El diputado Buero establecía: "...cuando la propiedad no está ocupada por el propietario; cuando éste se encuen­tra lejos de ella, no cumple de una manera eficiente su misión social. La propiedad abandonada puede dar el rédito, pero nunca da un progreso. El individuo que reside en Europa, que no ve la tierra, que está ajeno a todas sus necesidades, jamas dará un centésimo para hacerla progresi­va: lo único que le preocupa es la renta, la remisión fiel de esa renta que él espera en los bulevares; mientras que el propietario residente, el propietario que se identifica con su herencia, ése, señor Presidente, la sigue amorosa­mente, la cultiva, y sino no la cultiva, por lo menos propende a su progreso, y propendiendo a su progreso, colabora de una manera eficiente en el bien social, y realiza lo que podemos llamar con Bourgeois "la función social de la propiedad". Y la función social de la propie­dad no se realiza normalmente cuando el propietario está ausente de sus tierras...".[57]

Este impuesto produjo un fuerte rechazo, fundamentalmente de la Federación Rural, que se dirigió al Ministerio de Hacienda con el fin de lograr la derogación de la ley que grava con impuestos especiales los bienes cuyos propie­tarios están domiciliados fuera del país: "...La derogación del impuesto al ausentismo sería, en efecto, de una inopor­tunidad y de una injusticia evidente.

Resulta de una pésima política económica suprimir un impuesto ya establecido, que se percibe sin ningún trastor­no, y cuyo producido es necesario para atender a los gastos del Presupuesto. Es un axioma de la ciencia de las finanzas que todo gravamen viejo es soportado por el contribuyente con relativa facilidad, pues ya entra en sus cálculos el desembolso que debe hacer por aquel concepto, y, por otra parte, trata de indemnizárselo, ya haciéndolo repercutir, si esto es posible, o buscando compensaciones en otros rubros de su presupuesto particular. El gravamen, que al principio hiere directamente la bolsa del primer contribu­yente, se difunde poco a poco entre todos los que con él tienen vinculaciones económicas, hasta que se llega a una nivelación, a un estado de normalidad perfecta. Suprimir entonces el gravamen no es aliviar de una carga insoporta­ble, sino hacer un acto de verdadera liberalidad. Y si esto se justifica cuando el Estado lleva una vida económicamente desahogada, y cuando se trata, además de impuestos que agobian a las clases menos pudientes, no se justifica, de ningún modo, en el momento actual, en que los ejercicios anuales se cierran con déficit, en que las rentas dan mucho menos de lo calculado y en que ha sido necesario diversifi­car y aumentar las cargas para poder cumplir con las   obligaciones del país".[58]

Durante 1915 se recaudó aproximadamente $ 200.000 por el impuesto al ausentismo. De suprimirse se debería de crear uno nuevo, lo cual traería resistencia del sector que se viera afectado por él. El impuesto al ausentismo fue creado en sustitución de impuesto a los estudiantes de Enseñanza Secundaria y de los Liceos Departamentales.

La Federación Rural entendía que dicho impuesto atacaba directamente al capital extranjero. El fin de la ley es gravar a los propietarios no a las propiedades, los cuales periódicamente extraen sus rentas del país para gastarlos fuera de él. "...En realidad, el impuesto al ausentismo no grava el capital extranjero que se radica en el país, sino el otro, el que todos los años salva las fronteras naciona­les, y que está constituido por las rentas del capital establecido, pero que no se moviliza en beneficio de la comunidad nacional".[59]

No se castiga a los capitales que se encuentran en el país, éstos trabajan, producen y obtienen rentas, a su vez invierten en el país.

En 1921 en el seno del Consejo Nacional de Administración, respecto a la Sociedad Molinos Harineros del Uruguay, por el cobro del impuesto de ausentismo. "El Sr. Consejero Batlle y Ordóñez se extiende en consideracio­nes sobre los capitales que deben ser atraídos al país y los que deben ser alejados, conceptúa que los primeros deben ser aquellos que vienen al país y quedan y dejan sus rendimiento o los que vienen a ganar un interés normal sobre ellos. En cambio opina que son inconvenientes aque­llos capitales que vienen a apoderarse de una industria, a extraerle todos sus rendimientos y llevan éstos fuera del país. En este último caso no debemos declarar buenos esos capitales, sino cuando nosotros somos impotentes para implantar la industria y cuando ésta deja intereses consi­derables en el país. Cree el Sr. Batlle y Ordóñez que, cuando no existen concesiones no hay por qué agasajar el capital extranjero, y que debemos precavernos mucho cada vez que hacemos una concesión, para ver si conviene real­mente al país. Agrega el señor Batlle y Ordóñez que a su juicio hay que impedir esas grandes salidas anuales de rendimientos de capitales extranjeros, basados en los cuales fue que se proyectó el Impuesto de que trata. Refi­riéndose a la resolución que exoneró de ese Impuesto a la Compañía Liebig's, expresa que ésta obtuvo esa concesión ante la amenaza de retirarse del país, y cree que esa resolución debe ser derogada porque no está ajustada a la Ley. Termina el señor Batlle y Ordóñez opinando que en este caso no se puede considerar a la Sociedad reclamante, excepcionada por la Ley, y debe aplicarse el impuesto confirmándose el proceder de la Dirección de Impuestos. Opina también que no hay conveniencia en modificar la Ley, pues cuando se quiera hacer alguna excepción se dan las concesiones...

El señor Consejero Batlle y Ordóñez advierte que está de acuerdo con el señor Cosio, en que algunas empresas extranjeras prestan servicios al país. El señor Consejero Dr. Areco, expresa que bajo el punto de vista de la econo­mía pura, tiene razón el señor Cosio, pero si bien es cierto que esta Sociedad abre un mercado nuevo de coloca­ción de la harina, hace la concurrencia a sus similares nacionales en otros mercados como ser el Brasil, y así en vez de ser factor de riqueza viene a entablar competencias a los industriales establecidos en el país. Por ello y porque la Ley es clara al respecto opina que debe pagar el Impuesto de que reclama...



...la cuestión planteada por el Ferro-Carril Central, sobre el pago del mismo Impuesto. Puesto a consideración este asunto, el señor Consejero Batlle y Ordóñez expresa que el abogado de la Empresa para sostener que aquélla está exceptuada del pago del Impuesto al Ausentismo se funda en que la Ley establece que están exceptuadas de ese pago las sociedades extranjeras que se hubiesen establecido en el país por concesión del Estado, y dice que el artículo 13 del Contrato de reorganización del Ferro-Carril Central establece que la concesión del mismo es de carácter perpe­tuo al determinar que la línea queda siempre de la propie­dad de Compañía concesionaria. Expresa el señor Batlle y Ordóñez que la parte del artículo citado lo único que establece es que la línea quedará de propiedad de la Empre­sa. Pero lo que no ha citado el referido Abogado, es la parte que falta de ese artículo 13, que dice: "pero los privilegios y exenciones que por esta concesión acuerda el Estado sólo durarán por el término de cuarenta años, conta­dos desde la fecha en que se aprueben estas modificaciones, y aprobado que sea este Contrato quedan anuladas todas las concesiones anteriores a la presente". En  su consecuencia habiendo transcurrido ya los cuarenta años la línea perma­nece siempre en poder de la Empresa, pero ésta queda sin ningún privilegio y sin ninguna excepción, estando así la cuestión claramente resuelta con arreglo a la Ley, no existiendo por lo demás ningún motivo para concederle el privilegio que reclama".[60]

Entre quienes se oponían estaba la Federación Rural y El Día le responderá: "Los defensores de la tesis de la Federación Rural se esforzarán inútilmente en justificar la liberalización de los propietarios ausentes. Todas sus razones están inspiradas en el deseo de obtener privilegios para aquellos que menos contribuyen a sostener el presu­puesto del Estado. Pero aunque no fuera así, aunque el impuesto al ausentismo no estuviera fundado en razones superiores de justicia y de conveniencia sociales, no basta protestar contra él, sino que es preciso planear la forma de suprimir ese gravamen sin que se altere el equilibrio del presupuesto. La Federación Rural, el Ministro de Ha­cienda y su órgano  periodístico, deben decir de dónde sacarían los 200.000 pesos perdidos; a quién van a gravar sin protestas; que nuevo impuesto levantarán". [61]

e - Impuesto al lujo
Las páginas de El Día se hacen eco de los temas trata­dos en el Ejecutivo: "Con el objeto de procurar nuevos medios con que atender exigencias del tesoro, se ha renova­do en el Consejo N. de Administración la iniciativa de acudir a un gravamen fácil y justo ya puesto en práctica en algunas partes del mundo. Nos referimos al impuesto al lujo. Tanto es justo este impuesto que no pueden ir contra él las fáciles impugnaciones con que se detienen muchas iniciativas de este carácter, porque no agrega, al peso de las imposiciones que va a gravitar sobre el pueblo, ninguna nueva carga. El impuesto se paga por el que lo quiere pagar, por eso pertenece a la calificación que un autor francés hacía llamando a esta clase de gravámenes impuestos voluntarios. El que no vive en el lujo y el derroche no sufre la nueva carga ni existen para él tarifas nuevas, pero en cambio el que tiene con que llevar una vida de esplendidez, en todo lo que gaste de superfluo deberá contribuir proporcionalmente a las cargas públicas.

La ley francesa de recursos especiales creados para atender exigencias financieras, dictadas el 25 de junio de 1920, grava con un impuesto de 10% 1º a las ventas de objetos clasificados como de lujo sea en razón de su natu­raleza o en razón de su precio; 2º a los gastos de bebidas o artículos comestibles cuando se efectúan en un estableci­miento clasificado como de lujo.

La misma ley ha facultado al Poder Ejecutivo para hacer la clasificación en tablas especiales y someterlas a rati­ficación del Cuerpo Legislativo. Rigen en consecuencia dos tablas: 1º la de artículos de lujo en razón de su naturale­za, por ejemplo automóviles, objetos de bronce, de arte, perfumería, brillantes, etc.: 2º objetos clasificados de lujo por precio o sea artículos de uso común en cuanto exceden de la calidad más corriente, servicios de mesa de lujo, medias de seda, sombreros de hombre y de señora de determinado precio en adelante, etc. El impuesto es de carácter interno y se aplica sobre venta adhiriendo valores equivalentes del Estado en los boletos de compra. Inspirado en esta misma ley existe en la H. Cámara un proyecto del Consejo N. Administración".[62]





[1] La fiesta de los industriales. En honor del Presi­dente de la República. El Día. Octubre, 16 de 1903.
[2] Ibídem.
[3] Política e industria. El Día. Octubre, 20 de 1903.
[4] Industrias y materias primas. El Día. Diciembre, 13 de 1911.
[5] D.S.C.S. Tomo 105. Sección 26 de Junio de 1914. pág. 488.
[6] El monopolio de los seguros. El Día. Abril, 28 de 1911.
[7] Giudice - Conzi. Op. Cit. pág. 277.
[8] El monopolio de los seguros. El Día. Abril, 28 de 1911.
[9] El Banco de Seguros. El Día. Abril, 29 de 1911.
[10] Monopolio de seguros. El monopolio oficial contra el monopolio privado. El Día. Junio, 7 de 1911.
[11] Ferrocarriles del Estado. El Día. Junio, 24 de 1911.
[12] Ferrocarriles del Estado. El Día. Octubre, 20 de 1911.
[13] Acevedo, Eduardo- Economía política y finanzas. Montevideo. 1930. págs. 254-255.
[14] Acevedo, Eduardo- Historia del Uruguay Anales. Tomo III. Montevideo. 1933. pág. 779.
[15] Faraone, Roque- De la prosperidad a la ruina. Introducción a la historia económica del Uruguay. Montevi­deo. 1986. pág. 70.
[16] Carestía y proteccionismo industrial. El Día. Enero, 18 de 1912.
[17] El monopolio de usinas eléctricas. El Día. Noviem­bre, 24 de 1911.
[18] Fomento industrial. El Día. Enero, 22 de 1919.
[19] Por las industrias rurales. El Día. Junio, 20 de 1911.
[20] Colonias agrícolas. El Día. Julio, 7 de 1902.
[21] Iniciativa benéfica. Colonización de estancias. El Día. Marzo, 14 de 1909.
[22] Por la agricultura. El Día. Octubre, 29 de 1909.
[23] Crédito agrícola. El proyecto del Ejecutivo. El Día. Diciembre, 15 de 1909.
[24] Un proyecto urgente. El Día. Abril, 21 de 1910.
[25] Sobre colonización. Importante proyecto del Ejecu­tivo. El Día. Abril, 25 de 1911.
[26] Colonización. El Día. Diciembre, 6 de 1911.
[27] Interior. Colonización. El Día. Enero, 22 de 1913.
[28] Los colonos rusos. El Día. Julio, 25 de 1913.
[29] Federación Rural. El Día. Agosto, 23 de 1915.
[30] Revista de la Federación Rural. Nº 10. Marzo, 31 de 1919. pág. 12.
[31] Protección agraria. El Día. Julio, 8 de 1925.
[32] Por la agricultura. El Día. Julio, 29 de 1907.
[33] El latifundio y el deber del Estado. El Día. Julio, 30 de 1929.
[34] D.S.C.R. Tomo 240. Junio, 5 de 1915. pág. 558.
[35] Protección a la agricultura. La exoneración de derechos. El decreto reglamentario. El Día. Mayo, 17 de 1911.
[36] La producción agrícola. El Día. Julio, 5 de 1917.
[37] El Puerto de La Paloma. El Día. Noviembre, 20 de 1921.
[38] Zona Franca. El Día. Enero, 28 de 1908.
[39] Zonas Francas. El Día. Abril, 14 de 1922.
[40] Zona Franca de Colonia. El Día. Mayo, 17 de 1925.
[41] Los Impuestos. El Día de la Tarde. Diciembre, 27 de 1926.
[42] José Batlle y Ordóñez. Documentos para el estudio de su vida y de su obra. Serie VIII 1919-1929. Consejo Nacional de Administración. 1921-1927-1929. Tomo III. Montevideo. 1989. págs.270-271.
[43] La contribución inmobiliaria. El Día. Diciembre, 7 de 1903.
[44] La Contribución Inmobiliaria. El empadronamiento de la propiedad. El Día. Mayo, 8 de 1906.
[45] Ibídem.
[46] Un buen proyecto. Los aforos de la propiedad y expropiación. El Día. Abril, 19 de 1911.
[47] D.S.C.R. Tomo 231. Junio, 3 de 1914. pág. 128.
[48] Ídem. págs. 134-135.
[49] El impuesto territorial. El Socialista. Marzo, 31 de 1914.
[50] Defensa social. El Siglo. Abril, 1º de 1914.
[51] Un programa nacionalista. El Día. Junio, 26 de 1914.
[52] El Batllismo y la contribución inmobiliaria urba­na. El Día. Mayo, 3 de 1925.
[53] El impuesto sobre las herencias. El Día. Enero, 3 de 1907.
[54] La instrucción primaria y el impuesto de heren­cias. El Día. Enero, 8 de 1908.
[55] La justicia del impuesto. El Día. Mayo, 30 de 1909.
[56] Ibídem.
[57] D.S.C.R. Tomo 235-38. Enero, 28 de 1915. Págs. 364-365.
[58] El impuesto al ausentismo. El Día. Setiembre, 19 de 1916.
[59] El impuesto al ausentismo. El Día. Setiembre, 22 de 1916.
[60] José Batlle y Ordóñez... Tomo I. Montevideo. 1988. págs. 197-198.
[61] El impuesto al ausentismo. El Día. Setiembre, 24 de 1916.
[62] El impuesto al lujo. El Día. Febrero, 21 de 1922.

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