miércoles, 25 de febrero de 2015

EL MODELO BATLLISTA (I)

CAPITULO 4
EL MODELO BATLLISTA DE PRINCIPIOS DE SIGLO









P
ara poder captar en su mayor expresión la importancia de la política de un país no debemos centrarnos sólo en su forma de gobierno sino, por el contrario, en ver el grado de gobierno con que  éste cuenta.

"Nuestro pueblo se ha educado en la guerra civil; salido de las luchas por la Independencia, la tea de las discordias intestinas encendió el odio en el corazón de sus elementos nativos...

Desde entonces casi no ha transcurrido un lustro sin que haya estallado algún movimiento subversivo, por cuyo motivo los ciudadanos, principalmente los moradores de nuestra dilatada campaña, no han tenido tiempo para educar­se en otra escuela que la del odio del hermano contra el hermano, reproduciéndose entre nosotros la bíblica leyenda de Abel y Caín.

¿Qué no sería la República Oriental del Uruguay, sin los partidos políticos y si sus cabezas dirigentes hubiesen pensado más en el porvenir y el engrandecimiento de la Patria que en el predominio de los unos sobre los otros...

Nuestra  desdichas son hijas, por lo tanto, de las incesantes discordias que ha alimentado la hoguera de la guerra civil y de la lucha de las pasiones no siempre bien encaminadas...

El país, sin embargo, empieza a ver clarear en lonta­nanza un horizonte diáfano y sereno, precursor de días de bonanza y bienestar.

Una ruda experiencia de tres cuartos de siglo no ha podido menos que influir poderosamente para que cambien las cosas.

Primero el acuerdo electoral de los partidos que ha llevado a la XX Legislatura la representación de todas las colectividades, y luego, recientemente, la manera correcta con que unos y otros han procedido en la renovación del Senado, tiene que servir de edificante ejemplo para estimu­lar a los ciudadanos a que cumplan con sus deberes cívicos, ejercitando el derecho del sufragio en las urnas populares.

El indiferentismo y la abstención son el suicidio de las democracias, como la coacción y la violencia el calva­rio de la libertad...".[1]

Batlle era consciente de que su modelo no podría lle­varse adelante si no lograba el apoyo de otros sectores, ya sean sociales, políticos o económicos, y a su vez debía de sortear  el desafío que implicaba conseguir un adecuado nivel de institucionalidad en el país. Podemos decir enton­ces que este último aspecto es como el nivel de institucio­nalidad de cualquier sistema político por la adaptabilidad, complejidad, autonomía y coherencia de sus organizaciones y procedimientos.

Sobre fines de los 80 del siglo XIX, luego de produ­cirse un relevo en el equipo de gobierno, recayendo la dirección en miembros del antiguo patriciado, se produce el primer intento de emprender un estilo de desarrollo, que involucraría una participación más fuerte por parte del Estado en el área económica. Los requisitos básicos perma­necerían invariables, afirmándose más aun el rol predomi­nante de la ganadería en toda la economía, buscando incen­tivar nuevos sectores económicos que complementarían la actividad pecuaria exportadora: agrícola e industrial. Se propiciaría además la creación de un banco de desarrollo, la expansión del ferrocarril, un mayor impulso en la polí­tica inmigratoria, que asociada a proyectos de coloniza­ción, serían  las estrategias a realizarse.

El papel que debió de asumir el Estado en ese modelo, de promoción y previsión, resultó a la postre tan solo una reducida gestión interventora, pero sin embargo será un antecedente valioso para la administración batllista de principios de siglo.

Es así que Rial ve: "El estilo de desarrollo promovido por el batllismo podríamos calificarlo como nacionalista, providente y estatista. Nacionalista en cuanto al ámbito de acción, el territorio del Uruguay casi exclusivamente, "recortado" luego de la pérdida del mercado regional y en menor medida por intentar superar las condiciones de depen­dencia comercial y financiera impuesta desde el exterior.

Providente y paternal el batllismo actuó de modo de crear un marco social para el desenvolvimiento del país sobre la base de la consolidación de las clases medias, urbanas, a las que se estimuló por medio de una legislación tendiente a desarrollar un estado de bienestar. Diversas políticas se orientaron a ello: educación gratuita, provis­ta por el Estado y promovida como medio de ascenso social; legislación benefactora para el conjunto de las clases populares, especialmente urbanas (horario de trabajo limitado, creación de institutos de seguridad social, políticas de vivienda, etc.); burocratización; expandiendo el aparato estatal de modo de crear nuevas fuentes de trabajo.

Desarrolló también las bases del intervencionismo estatal en economía creando una serie de empresas de servi­cios públicos, bancarios, energéticos y de transporte".[2]

A - LA MODERNIZACION
La elección de Batlle, en 1903, tuvo una importancia decisiva para el Uruguay. En este período la política armada cedió su puesto a la política electoral, teniendo como consecuencia inmediata la estabilidad política, permi­tiendo el rápido mejoramiento de la ganadería y la promo­ción de empresas económicas largamente postergadas. La prosperidad produjo mayores ingresos para el Estado y superávit en los presupuestos, estando en condiciones de comenzar obras públicas reclamadas desde tiempo atrás para aprovechar, dentro de ciertos límites, la mejor situación del país en materia de crédito externo.

La solidez de la situación política permitió a Batlle mover al país en nuevas direcciones: preocupación por el bienestar de la clase trabajadora, la moralización de la vida personal, una expansión del papel del Estado en la economía y la popularización de la participación en políti­ca, etc.

En 1902 todo hacía parecer que los nacionalistas no tardarían en apoderarse del gobierno, en cambio, Batlle logró solidificar el control colorado, e impulsar el des­arrollo democrático uruguayo en una nueva dirección.

Batlle indujo al uruguayo común a interesarse en la política electoral, como esperaba inducirlo a las preocupa­ciones intelectuales y al escepticismo religioso. En la actualidad, en el Uruguay, más que en la mayoría de los países, se tiene en cuenta al hombre común y al voto de ese hombre.

La clave del éxito está en la utilización de la tradi­ción y de la organización colorada, resultando electo presidente como el candidato más partidario que podía aceptar Cuestas. Por otra parte la guerra de 1904 lo con­virtió en héroe colorado y unificó al partido detrás de él, ratificando luego con  la victoria electoral de 1905 lo que había sido su triunfo en la guerra, llevando a su sector a las Cámaras y a sus más cercanos colaboradores al mando de la organización del partido en todo el Uruguay.

Mucho se habla del proceso de modernización, tanto en la época de Latorre o de Julio Herrera y Obes, como también en la de José Batlle y Ordóñez.



¿Pero qué es la modernización?

Debemos considerar que para la época la modernización fue un proceso multifacético, que incluyó una serie de cam­bios en todos los órdenes de la vida del país. Varios son los aspectos que juegan en esta tarea, muchos de los cuales hemos visto como elementos aislados y que a partir de ahora conformarán el proceso en sí mismo:

ü  urbanización,
ü  industrialización,
ü  secularización,
ü  democratización.



Este proceso de modernización trae cambios psicológi­cos, fundamentalmente en los valores, actividades y expec­tativas de los ciudadanos. También a nivel intelectual, se da la expansión del conocimiento, demográficamente la modernización equivale a una serie de cambios en las pautas de existencia: en la salud y sus expectativas de vida, movilidad vertical y geográfica. En lo social hay una ten­dencia a complementar a la familia y ser vista como eje de la sociedad.

Este proceso significó en su esencia acompañar las necesidades que el país tenía, fue por otra parte una comprensión existencial de los partidos políticos tradicio­nales: o bien se adaptaban a los cambios o desaparecían. En este aspecto el caso uruguayo es atípico, dado que fueron los propios partidos tradicionales los que tomaron la iniciativa de transformación, destacándose el Batllismo dentro del Partido Colorado y el Herrerismo dentro del Partido Nacional.

Es cierto que este proceso de cambio, que se empieza a gestar, y para el cual muchas veces no se estaba preparado, traerá consigo algunos problemas. Un caso importante a destacar es el que se produce con la movilidad social que provoca  mayor inestabilidad que el desarrollo económico.

Se crea entre estas dos formas una brecha que en cierta manera genera el impacto de la modernización sobre la estabilidad política, donde la urbanización, la alfabetiza­ción y la educación, son factores que exponen al hombre tradicional a otras formas de vida, a nuevos niveles de disfrute y a mayor bienestar.

Otra brecha que provoca la modernidad es el distancia­miento  campo-ciudad: alterando la naturaleza de la ciudad se modifica el equilibrio existente entre ésta y el campo; los elementos urbanos  terminarán así con el tradicionalis­mo existen  al derrocar a la élite rural gobernante.

El pasaje del Estado Tradicional al Estado Moderno debe ser gradual y acompañado por las modificaciones en el orden social, económico y cultural. En este Estado moderno se ve claramente la participación del pueblo en la política.

Batlle vio cuál era el camino de la modernización, para él, el sistema político tenía que estar ante todo, y en condición de innovar la política, es decir, promover la reforma social y económica por medio de la acción estatal. El Partido Colorado se fue modernizando, y desde el poder, transformó al país, forzando a que el Partido Nacional reflexionara sobre su postura para no quedar a la zaga de las transformaciones que se propiciaban.

Los cambios en el orden social incluyeron varios aspec­tos, entre ellos destacamos el final del proceso de secula­rización que  concluye con la Constitución del 19, donde se establece la separación entre la Iglesia y el Estado, con la consagración de la fórmula de Iglesia libre en Estado libre. Se culmina la obra vareliana, con una educación gratuita para los niveles medios y superiores.

La familia también sufre las consecuencias de esa ola transformadora, dándose una situación de igualdad entre el hombre y la mujer para reducir el poder social del primero.



Se alteran las relaciones entre los grupos y las clases sociales, es el caso de la reducción de la jornada laboral a  8 horas, y la protección social, entre otras. El apoyo a los "agitadores" sindicales, los que a su vez hicieron fuerza para impulsar una reforma en el proceso político electoral.

El reconocimiento  a la ciudadanía que permanentemente fue llamada a las urnas, y el papel que cumplieron los partidos como transmisores de las inquietudes de la pobla­ción, llevaron a una profunda modernización en el orden político, que contó a su vez como principales elementos  la participación universal y  la legitimación electoral.

El Estado asume a partir de esta realidad la responsa­bilidad de formar a la nueva sociedad civil.

El hecho que Batlle llegue al poder determinar la   adopción de un modelo que pretendía asegurarle  al país, mediante la modernización, su autonomía y su poder de decisión. En 1903 la idea no está muy clara, pero con el transcurso de los años y los viajes, ésta toma cuerpo en la mente de Batlle y en un país dispuesto al cambio.

Al tomar el cargo de Presidente de la República Batlle declara: "Encargado por la investidura con que acabáis de honrarme, del ejercicio de una parte de la soberanía dele­gada de la Nación, nunca olvidaré que no se me atribuye misión tan elevada sino para que propenda con todas mis  energías, hasta con el sacrificio de mi persona si fuera necesario, al bienestar y la felicidad común".[3]

Para lograr tales objetivos se utilizaron las siguien­tes estrategias buscando la implantación de dicho modelo:
- Nacionalización - estatización:
  Banco de la República (1911).
  Banco de Seguros del Estado (1911).
  Banco Hipotecario del Uruguay (1911).
  Usinas Eléctricas del Estado (1912).
  Instituto de Geología y Perforaciones (1912).
  Instituto de Química Industrial (1912).
  Administración de los Ferrocarriles y Tranvías del Estado (1915).
- Industrialización:
  Instituto de Pesca, Geología y Perforaciones y Química Industrial.
- Tecnificación  y transformación estructural del sector  agropecuario:
Vivero de Toledo.
Instituto  Fitotécnico y de Semillas "La Estanzue­la"
Estancias Agronómicas.
- Mejoramiento de las condiciones de vida de la pobla­ción:
Hospitales Departamentales.
- Incremento de la Educación:
Liceos Departamentales.
Sección Secundaria para Mujeres.
Escuela de Arte Dramático.
Escuelas nocturnas para adultos.
Liceos nocturnos para trabajadores.
Facultades de Ingeniería, Agronomía, Química, Arquitectura y Veterinaria.   


- Superación de las injusticias:
Jornada de 8 horas.
Indemnización por accidentes de trabajo.
Pensiones a la vejez.
Indemnizaciones por despido a los empleados de Comercio.
Jubilaciones generales.
Participación de obreros y empleados en la adminis­tración y en los  beneficios de las empresas del Estado.
Regulación del trabajo de la mujer.
Prohibición del trabajo al menor.
La estabilidad de un sistema de gobierno depende de dos factores, por un lado el nivel de participación y por el otro de su institucionalización política.

CUADRO Nº 6
CINCO ASPECTO DE LA TRADICION Y LA MODERNIZACION

TRADICIONALISMO                 MODERNIDAD
Socio-cultural
v importancia de grupos primarios (familia, “pago”) para las interrelaciones sociales.
v limitación del comportamiento individual por pautas asignadas.
v desigualdad social sustentada en privilegios heredados.
v jerarquización social por adquisición profesional al poder.
v equilibrio demográfico criollos-inmigrantes
v predominio de los valores criollos.
v obstaculización de la conciencia nacional por subsistencia de lealtades locales.
v tendencia a la socialización de las relaciones en estructuras de carácter secundario y alcance nacional.
v determinación de la situación individual por criterios de rendimientos.
v desigualdad sustentada en rol económico.
v tendencia al ascenso social.
v jerarquización por adscripción profesional a los sectores económicos dominantes.
v aluvión inmigratorio.
v adopción de valores cosmopolitas.
v valor instrumental de la conciencia nacional.
Campo - Ciudad
v predominio de la ruralización.
v dificultades de las comunicaciones.

v predominio de la urbanización.
v desarrollo de las comunicaciones.
v tendencias de la sindicalización.
Económico
v dependencia   de  fuentes     vivientes de energía.
v escaso   desarrollo
v del trabajo humano por  carencia de herramientas.
v lenta tecnificación       tecnológica.
v predominio de la producción  industrial.
v productividad laboral elevada.
v frecuente modificación  tecnológica.

Política
v ausencia de partidos políticos organizados y grupos de intereses.
v restricción de los derechos políticos de participación.
v vocación autoritaria del poder.

v existencia de partidos políticos organizados y de grupos de presión.
v validación de los derechos políticos.
v acción de los partidos tendientes a superar mediante negociación de los intereses representados.
Religioso
v sacralización de la sociedad.
v atribución a la Iglesia de roles sociales diversos.
v significación hegemónica de pautas y valores religiosos.

v desacralización de la sociedad.
v secularización de la sociedad civil.
v visión cultural con ingredientes de progreso, felicidad y superación fundados en las acciones humanas y asimiladas como valores ético-sociales.
        Fuente: Zubillaga, Carlos - Cayota, Mario- Cristianismo y cambio social. Tomo 1. Montevideo. CLAEH. Serie Investi­gaciones. Nº 26. Pág. 99.

Para finalizar el tema de la modernización creemos que  en el período están presentes los elementos que se manejan en la siguiente cita: "...Esta nueva caracterización, desde un enfoque funcionalista-normativo, de adaptación a los requerimientos del crecimiento económico y del desarrollo social, se refiere a procesos acumulativos, a la formación del capital, al incremento de la productividad en el traba­jo, a los impulsos de las identidades nacionales, a los poderes públicos centralizados, a la secularización y universalización de normas y valores, etc.".[4]




[1] Mirando al porvenir. El Día. Enero, 2 de 1901.
[2] Rial, Juan- La población uruguaya y el crecimiento económico-social entre 1850 y 1930, cambios demográficos y urbanización en un pequeño país. Cuaderno Nº 39. CIESU. Montevideo. 1981. pág. 22.
[3] D.S.A.G.- Tomo 10. Mayo, 1º de 1903. pág. 335.
[4] Mallo, S.- Paternain, R.- Serna, M.- Modernidad y poder en el Río de la Plata. Colorados y Radicales. Monte­video. 1995. pág. 17.