C - SOCIALISMO
L
|
os sectores conservadores de la sociedad tenían buena razón para desconfiar
del Batllismo radical y del Partido Socialista, ya que éstos son los que llevan
adelante la iniciativa de un crecimiento tentacular del poder del Estado como
medio de forjar soluciones en beneficio de
los más desamparados, por otra parte se suman las propuestas de la
desaparición del latifundio y de los monopolios extranjeros.
Pero más desconfiaban cuando los propios integrantes del batllismo en más de una oportunidad lo definían a éste
como "socialismo sin bandera" o "socialismo de Estado".
El período de Batlle y Viera fue tildado por los blancos de "gobierno
socialista-militarista".
El hecho de defender ambos grupos ideas en común no impidió realmente una
identificación total entre ellos. Es así que la preocupación por la "cuestión
obrera" del batllismo fue similar al programa mínimo de 1911; otro aspecto
a resaltar fue el antilatifundismo, pero en el batllismo esto podría ser visto
como la continuidad de la postura antipastoril de los doctores colorados del
siglo pasado. Luchaban contra el mismo enemigo, el latifundio y el monopolio
de los extranjeros.
A partir de estos puntos en común no se puede establecer que hombres como
Batlle, Domingo Arena o Mateo Magariño Veira sean socialistas o que Emilio
Frugoni sea batllista. Claro que había elementos que los distanciaban: para los
socialistas el motor de la historia estaba en la "lucha de clases",
lo que el batllismo rechazaba rotundamente; además el batllismo se dirigió a
todo el espectro de la sociedad, mientras que el socialismo tiene una vía unilateral, el proletariado.
Pero entre ellos en más de una ocasión se fundían los intereses y se dejaba
de lado la división partidaria. Así lo veía Emilio Frugoni, por ejemplo, al
conmemorarse el décimo aniversario de la desaparición de Domingo Arena (1949)
en el Ateneo: "Yo no traigo a este acto una emoción política. Traigo
una emoción de amigo que nunca pudo ver en Domingo Arena un hombre de otras
filas, sino más bien un miembro de una misma familia espiritual dispersa en
diversos planos de la lucha, que al fin de cada jornada en que habían andado
los componentes de una familia bregando por caminos distintos o cercanos, se
reunían en torno de la misma mesa convivia ... a la hora de las pláticas y
confidencias fraternales, en el seno apacible de la imperturbable amistad,
para contarse sus críticas, sus sueños, sus afanes, sus andanzas, sus
esperanzas y sus desengaños".[1]
1 - La propuesta socialista
En el programa socialista de 1911 se establecía:
-reforma laboral: prohibición de trabajar a los menores de 14 años;
-jornada de ocho horas;
-prohibición del trabajo nocturno;
-descanso semanal;
-responsabilidad paternal y garantía del Estado en accidentes de trabajo;
-pensiones a la vejez y la invalidez;
-reglamentación de la higiene de las fábricas;
-reglamentación del trabajo a domicilio;
-salario mínimo legal;
-reglamentación de la higiene del trabajo rural.
-educacionales: instrucción laica, obligatoria y gratuita para escolares;
-escuelas nocturnas para adultos;
-cursos universitarios nocturnos;
-reforma agraria: abolición de impuestos para la producción pecuaria;
-abolición contribución directa para pequeños propietarios;
-indemnización por mejoras a los arrendatarios;
-expropiación de tierras que rodean las ciudades para entregarlas a la
agricultura;
-tierras fiscales para agricultura;
-inembargabilidad de los productos agrícolas;
-cambios jurídicos: igualdad civil para ambos sexos;
-igualdad civil para hijos legítimos e ilegítimos;
-investigación de la paternidad;
-régimen penitenciario por colonias penales.
-políticos: separación de la Iglesia y el Estado;
-referéndum;
-sufragio universal, incluso femenino;
-mandato imperativo;
-municipios autónomos;
-reforma tributaria: impuesto progresivo sobre el valor de la tierra;
-exoneración de contribución directa a casas de obreros;
-reforma militar: abolición de la justicia militar.
Estos fueron los puntos en común, dentro del programa, quedan algunos en
los cuales hay ciertas diferencias: en 11 postulados se llega a un acuerdo
parcial y solamente en cuatro se da el enfrentamiento preciso y definido.
A nivel parlamentario se dio la coincidencia entre ambos.
CUADRO Nº 20
COINCIDENCIAS PARLAMENTARIAS ENTRE
EL SOCIALISMO Y EL BATLLISMO
SOCIALISMO
BATLLISMO
1911
|
-vota el
monopolio estatal de los seguros.
|
|
1912
|
-crear
Consejos de Salarios a para fijar el mínimo aplicable a cada categoría
de trabajos sometidos a su jurisdicción (abril).
|
-apoya el
proyecto laboral de las 8 horas.
-es
sometida en 1916, partir de la aplicación de la ley de las 8 horas, donde algunos patrones rebajan el
sala rio a los trabajadores.
|
1913
|
-un millón
de pesos a fin de construcción de casas para los obreros (agosto).
-establecía
la prohibición del trabajo a
menores de 14 años, reducción de la
jornada para menores de 16 y
19, dos meses de descanso para la mujer embaraza- da que tuviera por dar
a luz con un subsidio de 70
pesos entregados
por el Estado,
creación de cantinas escolares para dar
el almuerzo a los niños que
solicitaran, etc. (nov/dic).
-proyecto
donde desgrava el suelo y los baldíos
con una escala progresiva en Montevideo.
-Frugoni
se declara georgista, defendía el impuesto único a la tierra, como lo más
justo en lo social y económicamente vigorizante. El latifundio causante
de los males del país.
|
-un
proyecto similar había presentado
P. Cosio en junio de 1911, siendo diputado.
-se
aprueban las disposiciones generales
y se agrega, la
obligación para los establecimientos en que trabajan mujeres o
empleadas de disponer del
número suficiente de sillas (Ley en 1918). Además en las fábricas se establecía "alojamiento de los niños
de pecho durante las horas de trabajo". No es aprobada en el Senado.
-en 1914
el proyecto de contribución inmobiliaria para Montevideo elaborado por
Batlle y su Ministro de Hacienda, P. Cosio,
donde se recoge las ideas claves de Emilio Frugoni.
-el
batllismo se proclama georgista
por intermedio José Serrato (Ministro
de Hacienda).
|
Una de las iniciativas en que coincidieron ambos partidos fue el proyecto
presentado por Frugoni respecto a las mujeres y los niños: "Quedó por
fin, terminada la discusión a que diera lugar el proyecto de ley sobre mujeres
y niños.
La Comisión de Trabajo introdujo algunas modificaciones en el articulado
que prohibía la venta callejera a los menores de 14 años.
Este artículo fue largamente debatido. Lo atacaron los
diputados Etchevest, Martínez, Thedy y Aragón y Echart, defendiéndolo los
diputados señores Salterain, Sosa, Areco y Frugoni".[2]
|
Emilio Frugoni |
Ese mismo día parece el siguiente artículo "El ideal
socialista": "Proteger a los humildes, disminuir las injusticias,
procurar a los pobres alguna satisfacción intelectual y moral; hacer al hombre
menos egoísta, elevarlo sobre su propio interés, induciéndole a cooperar en la conquista
del bien para todos, esparcir en torno suyo sentimientos de humanidad y de
fraternidad, suavizar en lo posible las desigualdades; hacer que la propiedad
sea para todos: este es el ideal del verdadero socialista".[3]
No todo era armonía. Los socialistas entendían "blanda" la política
financiera del batllismo, ya que no gravaba al privilegiado (latifundista,
grandes capitales) para financiar los nuevos entes estatales como el Banco de
Seguro, el Hipotecario, etc. Entendía que eran las clases populares quienes
terminaban pagando el crecimento estatal por intermedio de impuestos
indirectos.
En su programa mínimo proponían la reforma
tributaria, -la cual debería
de atacar el impuesto progresivo sobre el valor de la tierra-; la abolición de los impuestos de
consumo y de las gabelas municipales y la exoneración de la contribución
directa para las casas de los obreros.
La propuesta de reforma agraria apuntaba a la limitación del número de
hectáreas que puede tener cada propietario y establecía la obligación por
parte de los actuales dueños, dentro de un plazo determinado, de que las
tierras no cultivadas cuyo valor excediera las necesidades del progreso social
fueran repartidas.
Cada uno de ellos veía de diferente forma el relacionamiento con el
Estado. Los batllistas entendían prioritaria la industrialización del país y
para ello aplicarán el proteccionismo. En cambio los socialistas por el costo
de vida bajo, defienden la rebaja de los derechos aduaneros. Uno estaba en el
gobierno y necesitaba lograr la alianza con los industriales, mientras que el
socialismo fuera de la esfera de gobierno, no tenía necesidad de comprometerse
con los industriales.
Otro punto de enfrentamiento fue la no aceptación por parte del batllismo
de la huelga de los funcionarios públicos, lo que marcará una diferencia con
el socialismo.
En contrapartida el Partido Socialista entendía como necesidad la etapa
histórica que estaba llevando a cabo el batllismo. Dado el poco peso del
Partido Socialista en el respaldo electoral, intentaba proyectarse en los
"viejos partidos" ya que éstos dieron las concesiones al proletariado.
Además veían en Batlle el hombre que podía llevar adelante tales planes tan
atrevidos de reforma.
Antes de su viaje a Europa de 1907 Batlle mantuvo una conversación con el
diputado socialista argentino Alfredo Palacios; establece Milton Vanger: "El
señor Batlle le dijo al Dr. Palacios que no sabía si él era socialista, que su
vida había sido de lucha, y ello no le había permitido estudiar profundamente
la cuestión. Sin embargo, dijo el señor Batlle y Ordóñez, yo he sido, desde la
cátedra, un enemigo del individualismo absoluto, y más de una vez he tratado de
poner en práctica ideas socialistas que me parecen muy aceptables". [4]
El batllismo como partido buscó la conquista del electorado obrero,
compitiendo, en teoría, con el Partido Socialista. Es así que Feliciano Viera
establecía en 1913: "La evolución sufrida por el Partido Colorado ha
hecho virtualmente innecesaria la existencia de otros grupos modernos en
nuestro país. Es el caso del socialismo, por ejemplo. El Partido Colorado tenía
la ventaja sobre el socialismo de que está en posición de llevar a cabo con
eficacia práctica los principios humanitarios que son nada más que generosas
pero platónicas utopías en este último. Creo que ésta, también, se debe a la
influencia de Batlle".[5]
Por su parte el órgano de prensa El Socialista, establecía: "Diez
mil colorados, entre los cuales están todos los senadores batllistas, todos los
diputados recién elegidos, todos los empleados públicos bien colocados, todos
los caudillos de barrios y de clubes, acaban de darnos la prueba terminante,
concreta, categórica, documentada y firmada, de que el Partido Colorado, pese a
la orientación progresista de Batlle, es un partido puramente burgués.
La prueba inequívoca de cuanto decimos, la da el manifiesto que acaba de
publicarse, ...en el que se proclama la candidatura del Dr. Feliciano Viera a
la Presidencia de la República. Ahí, en ese documento memorable, se repiten una
a una todas las afirmaciones formuladas por los enemigos de la clase obrera".[6]
A lo largo del proceso hubo diferentes trasiegos entre ambos grupos. Así el
propio Emilio Frugoni lo establece: "Después de un pasaje muy fugaz por
el batllismo, al que fui llevado por los Manini, por los Arenas y, sobre todo,
por lo que había de avanzado en el batllismo, abracé las doctrinas del
socialismo científico".[7] En la guerra del 04 Frugoni
estuvo en filas del ejército gubernamental y defendió la ciudad de Salto del
asedio de Aparicio Saravia.
Carlos Sábat Ercasty contaba: "...con Frugoni tuve una larga
amistad desde que era estudiante. Era mayor que yo, me llevaba unos 7 años. Dio
por algunos años unas brillantes clases de literatura que anunciaban ya al
ordador que fue. Y aunque yo por origen y por familia era colorado -lo fui
siempre- sentía una simpatía grande por el socialismo. Me pidió -de esto hace
muchos años- que fuera su candidato a la presidencia, creo que estoy en las
listas...
Los conocí (César y Lorenzo Batlle Pacheco) cuando éramos estudiantes y
cuando estuve en "El Día", y también allá en la quinta de Piedras
Blanca, cuando íbamos a jugar al fútbol. De manera que tuve oportunidad de
conocer y tratar a Batlle y Ordóñez. Un día estábamos jugando y casi al final
de un partido, aparece don Pepe caminado tranquilamente entre las plantas,
entre los árboles; algún papel traía en las manos. Al caminar solía escribir,
apuntar algo.
Nos vio terminar el partido jugando con gran entusiasmo, entonces fuimos a
saludarlo. Recuerdo que nos dijo ese día: "veo que juegan muy bien, está
bien que juegen con los pies y que realicen verdaderas proezas, pero el juego
principal no lo olviden, es de la cabeza, hacer goles con la cabeza, con el
pensamiento". Nos dio una palmada en el hombro y sonrió socarronamente".[8] Un caso contrario es el de
Leoncio Lasso de la Vega. Fue muy común entre los intelectuales el trasiego,
en algunos casos motivados por la búsqueda de una rápida carrera y en otros por
desilusionados que pasan a filas del socialismo.
Al dejar la presidencia Batlle se establecía: "Hoy termina la
presidencia del señor Batlle y Ordóñez. Pocos gobernantes han sido tan
discutidos, ninguno ha inspirado juicios tan apasionados y contradictorios...
Hay en todo esto una evidente exageración. No se debe negar que ha sido un
gobierno moderno, animado de un irreductible afán de innovar. Ha dado a su
gobierno una orientación progresista, que se ha señalado sobre todo en la
legislación. Gracias a su impulso han prosperado reformas de carácter social y
económico avanzadas...
La reforma de la Constitución ha
sido propiciada también por el señor Batlle, con intenciones progresistas...".[9]
2 - La situación de 1916
En 1916 nuevamente socialistas y batllistas estarán unidos, realizando una
alianza objetiva. Los socialistas entendían que el enfrentamiento que se estaba
dando era entre "conservadores" y "avanzados",
por tanto su opción era apoyar a estos últimos.
La crítica se hizo sentir desde el órgano de prensa "El Socialista",
ante la timidez de llevar adelante los principios georgistas, u otras
iniciativas del batllismo.
En el plano político el Partido Socialista impulsaba la sustitución del
Presidente de la República por una comisión ejecutiva, elegida directamente por
el pueblo, de siete miembros electos cada tres años y sometida al Parlamento,
el cual podría revocar sus actos o votar su cese; la supresión del Senado; la
separación de la Iglesia y el Estado, y la supresión de todas las prerrogativas
del clero. La instalación del referéndum e iniciativa popular; la realización
de la elección proporcional por cociente, voto secreto, sufragio universal sin
distinción de sexos.
En lo social se buscaba consolidar los derechos de la clase obrera, como el
derecho de huelga; el seguro social por invalidez, ancianidad y desocupación;
la indemnización por parte del patrón con garantía estatal a las víctimas de
accidentes de trabajo, etc.
"Es necesario desconocer la obra legislativa del Partido Colorado
para negar la excelencia de las leyes con que ha procurado, con una tenacidad
que ha bastado a singularizar su acción en el gobierno, elevar el nivel social
de las clases obreras y resolver con ecuanimidad y con previsión los eternos
conflictos entre el capital y el trabajo...
Se dice que ningún partido tradicional puede atribuirse en nuestro país la
representación de las clases trabajadoras; pero es evidente que si alguna
colectividad podría envanecerse de haber hecho en forma eficaz la defensa de
los ideales del proletariado, sería la que ha incorporado a nuestros códigos
disposiciones previsoras y humanas que reintegran al obrero en la plenitud de
sus derechos preservándolo de los agotamientos del taller y dándole la posibilidad
de una vida mejor. El Partido Colorado no se ha limitado a hacer doctrina, ni
se ha preocupado de encandilar a las masas con los espejismos de una teoría
más o menos atrayente: ha hecho algo más positivo: ha dado al país algunas
leyes de protección del trabajo que constituyen acaso la más hermosa conquista
de su legislación".[10]
3 - La visión de Batlle
Se trata de marcar las diferencias entre batllistas y socialistas, entre el
voto útil y el voto sin repercusión. El propio Batlle realizará algunas
puntualizaciones entre ser socialista y colorado; para firmar esos artículos
recurrirá a los seudónimos de Flag y Néstor: "Colorado quiere decir
ciudadano o habitante de la República que, recordando las tiranías que han
entristecido a los pueblos del Río de la Plata, no quiere que el Partido
Nacionalista se haga dueño del país, por temor de que se reproduzcan aquellas
tiranías, y tampoco el Partido Católico que puede considerarse como hermano
siamés del Partido Nacionalista. Y el Partido Colorado es el conjunto de estos
habitantes de la República.
Ahora bien: ¿por qué un socialista que conozca nuestra historia y repudie
las tradiciones sangrientas del Partido Nacionalista, no ha de poder afiliarse
al nuestro?
El odio a las tiranías lo vincula ya a nosotros. También lo vincula a
nosotros su desprecio a las absurdas y ridículas fábulas que el catolicismo nos
cuenta, y quiere hacernos creer que son misteriosas verdades fundamentales, y a
los despotismos que hallan su cimiento en sus embustes.
Y ¿qué lo separaría, entonces, de nosotros? ¿Acaso lo avanzado de nuestras
ideas? ... ¿Acaso el que el Partido Colorado haya realizado en nuestro país la
tarea del socialismo, implantando reformas en favor de los obreros que en los
países más avanzados aún están en forma de proyectos?
No sólo se puede ser socialista y colorado a un mismo tiempo, sino que ya
es grande el número de socialistas que militan en nuestras filas.
Colorado, verdadero colorado, colorado de nuestra gran agrupación quiere
decir: enemigo de las tiranías, amigo de la libertad, obrero incansable en la
destrucción de la injusticia que aún domina al mundo".[11]
Dentro de esta mecánica ahora será Néstor quien marcará conceptos: "Por
lo pronto, repetimos que el obrerismo de nuestro partido ha hecho tanto en
nuestro país por los obreros como lo que han hecho en otros los partidos socialistas
más activos. Y, en este concepto, ha podido decir EL DIA con razón que la
necesidad del Partido Socialista no se ha hecho sentir entre nosotros. No se ha
hecho sentir, en efecto, porque el obrerismo colorado realizaba la tarea, como
la continuará realizando en lo venidero.
Esto podrá disgustar al señor Frugoni. Querría, quizás, haber hecho él lo
que ha hecho nuestra agrupación; y, no pudiendo ser así, la favorece con su
odio. Un verdadero socialista, un socialista de corazón, no podría dar cabida
en su pecho a esos sentimientos. Nos miraría, más bien, con simpatía. Nos
agradecería la obra realizada y querría contar con nuestro concurso en el
porvenir. Se diría noblemente a sí mismo: lo que interesa al obrero no es que la
obra sea realizada por Fulano o por Mengano, sino que se realice. Y esto es lo
que ha hecho el Partido Colorado.
¿Con quiénes podría contar el señor Frugoni en la Cámara para la sanción de
sus proyectos? ...¿Con los nacionalistas? ¿Con los vieristas? ¿Con los
riveristas? ¿Con la Unión Colorada? ¿Con los católicos? ¿Con la Unión
Democrática? No. Con nosotros, a quienes vilipendia. Y, si el señor Frugoni
representase en realidad al socialismo del país, no comprometería seriamente su
causa, estableciendo una honda separación, por fútiles motivos de amor propio,
entre el socialismo y nosotros...".[12]
Por otra parte la obra de Batlle fue bien vista por el representante
socialista de Argentina Dr. Alfredo L. Palacios, que en carta dirigida a
Adolfo Agorio en 1911 establecía: "Antes de ahora, tuve oportunidad de
conversar con Vd. respecto del valiente reformador a quien conocí el día que
descendió de la Presidencia, en el primer período de gobierno, y entonces le
expresé la viva simpatía que siento por ese ciudadano. He seguido con marcado
interés la actuación de Batlle...
...Veo en él a un hombre fuerte, de firmeza inquebrantable, patriota en la
más noble acepción, que rompe virilmente prejuicios y persigue ideales
generosos.
No tengo el culto de los héroes. Sé demasiado que en él, encarna una
necesidad histórica, que está modelando la democracia orgánica, orgullo de este
continente...
¡Y bien! Batlle, como Sarmiento, es un innovador, y los innovadores, fueron
a menudo, lapidados cuando realizaban su obra; rara vez aplaudidos. Esto es sin
perjuicio de que después le levantaran estatuas...
Creo sinceramente, mi amigo, que Batlle es el primer estadista de Sud
América.
Aquí alguna vez se le ha pintado como un demagogo, como un fanático, algo
así como el personaje que pinta Dostoievsky, que entró en una capilla, apagó
los ciriales, rompió las imágenes de los santos que adornaban el altar y
enseguida las reemplazó por las obras de los filósofos ateos, volviendo a
encender con hondo misticismo las luces.
Pero sus detractores bien saben que Batlle no es un fanático. Es un hombre
sereno, respetuoso de todas las ideas, que efectúa una hermosa obra de progreso
institucional; es un gobernante honrado...
Es un amigo del obrero, del obrero que con su labor tenaz, persistente,
crea la grandeza de esa noble tierra uruguaya...".[13]
[2] La ley
Frugoni. El proyecto sobre mujeres y niños. La Cámara lo sanciona. El
Socialista. Enero, 4 de 1914.
[5] Con el
doctor Feliciano Viera. Sus ideas y sus propósitos. Un reportaje al candidato. El Día.
Junio, 16 de 1913.
[8] Reportaje de
Rubén Castillo- Carlos Sábat Ercasty. Un hombre que vale un siglo. En Correo
de los viernes. Octubre, 9 de 1981.
[13] De Alfredo
L. Palacios. La obra social de Batlle. Una carta a Adolfo Agorio. Juicios
interesantes. Batlle y Sarmiento. El Día. Junio, 21 de 1911.